Abundaron los calificativos contra la industria automotriz, contra Richard Wagoner, presidente de GM cuya cabeza piden algunos republicanos para autorizar el plan de rescate que pudiera ser de $14,000 millones de dólares, y en pro, por la necesidad de salvar a un ícono del capitalismo norteamericano, como lo es el sector automovilístico. Pero no hubo acuerdos entre republicanos y demócratas hoy en el Capitolio. El asunto se puede resolver para este jueves o viernes con un capitán impuesto por el Congreso que no es ninguno de los cuatro fantásticos (Wagoner, Mulally, Nardelli o Gettelfinger).
Un catedrático universitario experto en asuntos corporativos, Jefrey Sonnefeld, fue entrevistado hoy por Automotive News, cuya foto de arriba de Rick Wagoner, presidente de GM, también es de la misma publicación, dijo que se debe contemplar en la negociación entre republicanos y demócratas la salida del máximo ejecutivo de la General Motors, como uno de los elementos que tendrían que ver con la autorización para el plan de rescate por $14,000 millones de dólares. El profesor considera que una salida de Wagoner de General Motors, requiere la elección de un carismático líder automotriz como Carlos Ghosn, presidente de la alianza Renault-Nissan.
Otros legisladores se han referido hoy a la mala calidad de los productos norteamericanos. «Los japoneses nos han venido a arrebatar el mercado y ni el señor Wagoner ni Nardelli ni ninguno hicieron nada para remediarlo».
El ala demócrata quiere salvar a la industria y está presionando el voto del ala republicana en su mayoría, que están en contra de ayudar al sector y que mejor se declare en quiebra y desde allí se resucite. Dicen esos demócratas que sucumbir a la industria norteamericana del automóvil va a costar muy caro a la economía norteamericana y va a permitir el mayor avance de las europeas y las asiáticas en ese sector.