Es una historia ya repetida. SAAB declaró el jueves un proceso de acogerse a la ley de bancarrota sueca pero nuevamente la fabricante china Zhejiang Youngman dice que todo va bien para que el gobierno asiático apruebe la inyección de capital en una de las impulsoras del turbo a nivel mundial. Curiosamente, un pequeño número de autos SAAB fueron fabricados en General Motors de Ramos Arizpe, Coahuila, en México.
SAAB anunciaba en enero 10 pasado que cerraba definitivamente, pero… (Foto archivo).
Dejada por General Motors a su libre aventura y libre caída, la firma sueca, una de las dos más importantes de ese país junto con Volvo y cuyos nuevos propietarios son los holandeses de Spyker, SAAB nuevamente da nota y el jueves pasado anunció que se acogía a la ley de quiebras para evitar que sus acreedores la devoren.
Declarada en bancarrota y sin una resolución de la firma china Zhejiang Youngman que en febrero pasado manifestó su interés en adquirirla, esta misma ha dado una respuesta al fenómeno de bancarrota de SAAB. Dice ahora la china que está esperando que el Gobierno Central Comunista le autorice la inversión en la sueca. Y la gente de Spyker esperaba ese dinero fresco que no llegó a tiempo.
El gobierno chino es muy escrupuloso en los procesos de adquisición de empresas extranjeras que deberán firmar un convenio de transferencia de tecnología para hacer crecer el conocimiento chino (¿México no debiera hacer lo mismo en ese sentido?) y no depender de ello en el futuro. Compuesto el acuerdo, sólo faltaba la autorización china para que los capitales fluyeran a SAAB, se le pagara a los trabajadores y empleados los sueldos adeudados y se reiniciara la producción. La planta sueca prácticamente estaba muerta desde enero 10 en que se anunció el definitivo cierre hasta que llegó la esperanza china de comprar las acciones. Y sin que el gobierno sueco levantara un dedo para salvar a una de sus dos insignias automotrices: SAAB y Volvo, en manos de Ford primero y ahora también puesta al algarete con otra china interviniendo.
Aquí fue que la holandesa Spyker adquirió a una (herida de muerte) compañía en quiebra. Pensaba que iba a poder con el paquete siempre y cuando recibiera un préstamo internacional. Los chinos que miran a todos lados del mundo, dijeron que ellos podían entrar al quite, pero el burocrático proceso chino duró meses y la compañía SAAB-Spyker se ha declarado en bancarrota el jueves pasado.
Zhejiang a su vez está en negociaciones con la otra china Pangda Automobil Co. Ltd, para que juntas inyecten $245 millones de euros que deberán llegar pronto, dice un semanario sueco en su edición de ayer sábado.