La crisis de PSA Peugeot-Citroen ha pasado por un pleito con dos sindicatos automotrices franceses que apelarán la resolución judicial mediante la cual pedían que la empresa evitara seguir adelante con su plan de restructuración que pasa por el cierre de fábricas y el despido de 11,200 puestos de trabajo. El cierre de la planta de Aulnay, en las afueras de París.
Haciendo frente a la crisis (Foto archivo).
La reducción de la plantilla laboral de PSA Peugeot-Citroen en un 17% pasa obligatoriamente por la eliminación de 11,200 puestos de trabajo que dejarán en una situación difícil a igual número de familias más todo el daño colateral que ello ocasiona al sector de autopartes y proveedores pequeños de servicios.
Por seis años seguidos se han caído las ventas de automóviles en Europa. Ese mercado está agotado y por eso las fábricas salen de Alemania o Francia para tocar nuevas puertas en zonas emergentes como Sudamérica, Vietnam, Singapur y Sudáfrica.
Por eso también algunas empresas automotrices alemanas, como Volkswagen, se están fortaleciendo en América Latina, como lo es en Brasil y México.
La agencia Bloomberg difundió la negativa de las autoridades para aceptar las demandas de los sindicatos CGT y SUD contra la empresa Peugeot y Citroen por su plan para eliminar a 11,200 trabajadores en los próximos años a fin de ser competitiva.
PSA se ha visto forzada a aceptar una compra de acciones por parte de la estadunidense General Motors, a pesar de la oposición de la familia Peugeot que tiene fuertes acciones en el grupo. El espíritu francés de los negocios rompe de frente con la óptica norteamericana, y pretender una alianza de las dos firmas, se ve de dificultoso camino.
PSA tuvo pérdidas de $750 millones de dólares el año pasado. Los obreros no están de acuerdo con el margen de indemnizaciones, pero cinco sindicatos fuera de los dos que demandaron, estuvieron de acuerdo con la reestructura de la firma automotriz.