…pero Senado de EU no da visto bueno al desesperado rescate

A 48 horas de que la Cámara baja de los Estados Unidos en el Capitolio aprobó el plan de rescate automotriz para General Motors y Chrysler en ese país, el Senado se muestra renuente, desconfiado de dar su visto bueno al plan «porque la industria debe ser capaz de reestructurarse sola y el dinero de los estadounidenses no pueden arriesgarse de esta manera», dicen sobre todo los legisladores republicanos en algo que parece ser una venganza política hacia la UAW, el mayor sindicato automotriz, por su apoyo a los demócratas en las recientes elecciones.

Desde el pasado miércoles que la Cámara baja compuesta por los diputados aprobó en su mayoría el plan de rescate a la industria automotriz, el Senado discutió ayer jueves y hoy viernes dicho plan y la mayoría de opiniones no están de acuerdo en apoyar a un sector que «por sus propios méritos debió salir de su crisis hace varios años. Pero parece que no hicieron nada en ese sentido», decían un grupo de senadores republicanos, quienes son los más firmes oponentes al apoyo crediticio.

«La industria automotriz no va a ser nacionalizada; no vamos a convertirnos en una Francia que intervenga en los asuntos de su iniciativa privada, porque esto sentaría un grave precedente de tener que apoyar a otras empresas que pudieran exigir lo mismo que para el sector automovilístico», señalaron otros.

Hasta este momento la iniciativa no ha sido aprobada por el senado y algunos editoriales de publicaciones especializadas llaman hoy a la urgente intervención del presidente Bush para sacar adelante el plan a fin de terminar con la angustia que viven 2.5 millones de empleados y trabajadores del sector, sobre todo en el estado de Michigan, donde se ubica en cónclave automotriz de GM, Ford y Chrysler.

Ron Gettelfinger, líder del sindicato UAW, ha dicho que si el gobierno no actúa con urgencia, el próximo enero GM y Chrysler sucumbirán como empresas. «Se habrá acabado todo».

Muchos diputados y senadores estadounidenses han mostrado su ignorancia en temas automotrices hacia un sector que no sólo no conocen, sino que ni siquiera comprenden en su magnitud económica, mientras los gobiernos de Alemania, Francia y España, se han declarado dispuestos a apoyar financieramente al desarrollo del sector de automoción.

Pareciera que la industria automotriz norteamericana viviera llena de enemigos en su propia casa. Los republicanos, aquellos que iban de la mano con los altos ejecutivos de Detroit casi en todas las decisiones, le han vuelto la espalda al sector, al que parecen odiar. ¿Qué les hizo la industria? ¿Dejó de apoyarlos con los millones de dólares que antes «invertían» en diputadillos sin escrúpulos al puro estilo Chicago con gobernadores corruptos?

Pues pareciera ser que sí. El presidente Bush apenas si se reunió hace dos años con los tres de Detroit para decirles que tenían que ponerse las pilas –claro, no en estos términos lingüísticos– para salir adelante, utilizando nuevas tecnologías que tuvieran como base por ejemplo el hidrógeno y no depender ya más de los combustibles fósiles porque «no quiero depender más –les dijo– de los árabes ni del Medio Oriente en materia petrolera».

Michigan, la cuna de la industria automovilística de ese país, está al rojo vivo, adelanta una ejecutiva de un prestigiado diario a alvolante.info. «Nunca habíamos visto que nuestros editores estuvieran tan nerviosos. Ya casi no hablan. En las empresas, los empleados de las armadoras están cancelando sus planes de vacaciones de invierno porque no saben si tendrán trabajo en enero. Es desesperante, es angustiante. No puedes vivir así», nos dice.

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