La Cuba (automotriz) de Fidel

Mi querido Mario, amigos del volante, buenos días.

La renuncia del Comandante Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Gobierno de la República Socialista de Cuba, a continuar en el cargo, nos lleva a considerar en este breve comentario, algunas de las realidades de la isla en materia industrial, sobre todo automovilística.

Para nadie es un secreto que Cuba no cuenta con una estructura sólida de industria automotriz. Recientemente llegó a ese país una fábrica china que produce autobuses integrales.

Pero fuera de ese logro, Cuba ha mantenido, apegada a un régimen económico estatal, una negativa a permitir la inversión privada en la fabricación de automóviles.

Por tanto, el escenario de todos los días desde La Habana, Santiago, Santa Clara y las principales ciudades cubanas, es de ver rodar en las calles a viejos automóviles norteamericanos. Los Chevrolet Bel-Air de 1957, uno que otro Dodge DeSoto 1952, los Cadillac viejos y destartalados, hasta las guaguas que son camioncitos con motores a diesel de manufactura rusa, que traen como remolque a una burda estructura de carrocería donde caben más de 50 personas por guagua.

Hace apenas cinco años se implementó un programa de importación de unidades como los autobuses Mercedes-Benz que el Estado Cubano concesionó, sin olvidar que todo esto se hace sin divisas, pues también hay un embargo de dólares que deberían entrar vía el turismo, también bloqueado por los Estados Unidos.

Fidel Castro y su régimen permitieron la importación de automóviles rusos en los años 60 de la marca Lada. Pero el rompimiento con el gobierno de Breznev detuvo de tajo la llegada de ese tipo de vehículos, además de cientos de tractores para el apoyo agrícola. Este rompimiento se dio porque Ernesto Che Guevara no confiaba en el expansionismo soviético y prefería relaciones con la China de Mao.

Los mejores ingenieros mecánicos de Cuba se especializaron en Moscú. Estos ingenieros tienen un gran conocimiento en la materia, pero no se ha podido desarrollar por el bloqueo económico que desde los años 60 mantiene a la isla semiparalizada en el terreno de la creación de una estructura de la movilidad en la isla.

Cuba no tiene estructura automotriz. Pero tiene el conocimiento para hacer sus propios automóviles. Empresas hindúes y chinas tienen la intención de fabricar autos en la isla.

El desarrollo de la exploración petrolera en aguas profundas del Golfo de México, fuera del hoyo de la dona negociado entre Estados Unidos y México para su exploración, permitirá a Cuba aprovechar la estructura ofrecida recientemente por el Presidente de Brasil, Lula Da Silva, para tener petróleo y, por ende, gasolina.

El parque automotriz cubano es limitado. Pero los nuevos aires de renovación política le permitirán a Cuba salir del marasmo que la tiene detenida junto con su pueblo.

Varias empresas latinoamericanas, incluyendo a Nissan Mexicana, han exportado una cantidad pequeña de vehículos como el Tsuru.

Los analistas cubanos de la ingeniería petroquímica, que los hay, dicen que la ola verde ecológica del mundo capitalista, y por ende de las trasnacionales, es una falácea para ocultar que todavía sus productos dependerán por muchos años del petróleo y para restarle importancia a los países productores de hidrocarburos.

Al margen, y de manera muy personal,  terminaré, Mario, con uno de los párrafos de la carta de despedida de Fidel, enviada a un periodista de la televisión: «El adversario a derrotar es sumamente poderoso, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo».

Hoy, Cuba es un pueblo que vive de pie y que será capaz de generar una industria automotriz propia y que beneficie principalmente a la economía cubana.

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