El Departamento del Tesoro facilitó el viernes pasado $4,000 millones de dólares más a la General Motors en el afán de evitar la bancarrota que se daría esta misma semana. Con esta ayuda adicional se acumulan $19,400 millones de dólares a la armadora.
Al tiempo que GM anunció un acuerdo final con los trabajadores en Canadá, con lo cual estos se comprometen a bajar los costos de producción en las plantas, la agencia Reuters anunció que el Departamento del Tesoro autorizó un crédito por $4,000 millones de dólares adicionales a los $15,400 ya recibidos por la armadora, a fin de hacer frente a su proceso de reestructuración el cual, dicen analistas, terminará con la declaratoria de bancarrota a fin de hacer un cambio de fondo en sus operaciones.
La armadora tiene hasta el 1 de junio para presentar al gobierno un nuevo esquema de trabajo que contemple aún más medidas adicionales a las anunciadas hace 20 días y que contemplan el cierre de factorías, recortes de personal y la eliminación o venta de cuatro divisiones de su corporativo: Pontiac, Saturn, SAAB y Cadillac.
El dueño de distribuidoras Roger Penske, ha señalado su intención de comprar la división Saturn donde quiere hacer una coinversión con Renault-Samsung de Corea del Sur para traer a Norteamérica la producción de un vehículo de características populares, bajo consumo de gasolina y alta demanda de mercado, aprendiendo de los grandes mercados donde los autos subcompactos son los de mayor exigencia por parte de los consumidores.
Con el apoyo adicional otorgado por la administración Obama a la General Motors, esta ha recibido $19,400 millones de dólares, el apoyo más grande a la industria automotriz luego que Chrysler se tuvo que acoger al capítulo 11 de la Ley de Quiebras para evitar el colapso que significaría pasar al capítulo 7 y cerrar.
Esta semana es crucial para GM en tanto que se definiría si pasaría a la ley de bancarrota que significa una profunda reestructuración pero supervisada por la Corte Federal que analizará sus activos y pasivos y evitará que los acreedores la hundan más.
Un anuncio de bancarrota generará un lamentable aviso de desconfianza entre los consumidores, de lo que la empresa está consciente y por ello han evitado dar una imagen de fracaso, pero aún así sus ventas en Estados Unidos y México han caído arriba del 30% y, en algunos casos de algunos modelos, hasta el 40%.
Los acuerdos con el Canadian Auto Workers contemplan reducciones hasta de un 28% en la compensación de horas trabajadas, de acuerdo a los convenios que ya se habían firmado en marzo pasado.
En Europa la General Motors ha anunciado la venta de su filial alemana Opel. Una de las empresas interesadas ha sido la misma Fiat, pero otros postores se han sumado como es el caso de la firma fabricante de autopartes Magna International conformada con capital canadiense y austríaco. La experiencia de Magna en la fabricación de estampados automotrices se ha dado con una alianza con Chrysler para producirle carrocerías para la línea PT Cruiser en Australia.
Otro conglomerado belga RHJ International también está en la pugna y hasta un inversionista ruso.
La canciller alemana Angela Merkel ha intervenido a favor que Opel, que tiene en el país cuatro plantas, tome la mejor decisión. Magna International es el postor que va más adelantado.
Fiat ha fallado porque su primera oferta fue muy baja y porque no la actual negociación con Chrysler se ve difícil que pueda mejorar su oferta y ofrecer certidumbre a esta negociación.
El plan de Fiat parece ser el de convertirse en el segundo fabricante de vehículos en el mundo atrás de Toyota y junto a Volkswagen. Pero la incertidumbre financiera de la firma y el futuro incierto de su operación con Chrysler la ponen en el cajón de las dudas.