¿Es hora de abandonar el buque? Nadie lo sabrá jamás, pero una leyenda de la industria automotriz norteamericana, el anciano Robert Lutz (77 años), anunció hoy su retiro de General Motors Corporation este año. Este piloto de la fuerza aérea de Estados Unidos, trabajador incansable nacido en Suiza, pasó lo mismo por Ford, por Chrysler donde duró mucho tiempo y ahora en GM, le dice adiós a «los fierros», quizá aprovechando los beneficios del retiro voluntario y ante una empresa harto vulnerable.
En comunicado de prensa, General Motors Corporation dijo que Robert A. Lutz, vicepresidente de producción y desarrollo global, cumplirá un periplo de labor en la compañía hasta el 31 de diciembre del presente año.
¿Quién es Bob Lutz y por qué tanta importancia? Este suizo nacido en Zurich el 12 de febrero de 1932, estudió gerencia de producción en la Universidad de California. En 1954 fue piloto aviador en aviones de ataque en la Marina norteamericana. El capitán Lutz era un aventurero y apasionado de los aires.
De 1963 a 1971 desarrolló diversas actividades para General Motors en Europa, donde inició su carrera dentro del sector automotriz. Por su fuerte caracter dejó GM y se fue a BMW en Munich aceptando el cargo de vicepresidente de ventas. Ford le llama en los años 1982 u 1988 cumplió con diversos cargos para la firma del óvalo azul en Europa en las áreas de ventas y desarrollo del producto. Pero a la firma que más sirvió fue a Chrysler por 12 años.
Su vida empresarial está profundamente vinculada a Chrysler y, concretamente, al presidente de la compañía en los años 80, Lido A. Iacocca. Esta era una mancuerna tremenda que impulsó a la firma, luego del primer rescate por parte del gobierno norteamericano para evitar su primera quiebra, a producir nuevos y versátiles productos desde los modelos del código K de cuatro cilindros luego de la fuerte crisis del petróleo en 1973 y hasta los modelos exóticos que siempre le gustaron a Lutz. Estamos hablando de los primeros Viper, de los espectaculares motores Hemi y muchos proyectos deportivos donde Lutz se manejaba como pez en el agua.
Con GM a Lutz se le conoce como el precursor del nuevo Corvette donde Bob soñaba con compararlo con un Ferrari o un Porsche. Bueno, eso soñaba él. Luego hizo posible la «europeización» de los Cadillac. Al tener conocimiento de que en Europa se hacían mejores vehículos de GM, importó las sinergias para que Norteamérica se olvidara de sus ridículos camiones y fabricara de verdad autos deportivos.
Bob Lutz se va. Ya está cansado.
Lo entrevisté en Las Vegas y en Detroit un par de veces. Me dijo que GM era una gran empresa y que agradecía que la empresa le haya permitido hacer sus sueños realidad. Teníamos en uno de los teatros donde se presentó la nueva línea el novísimo Corvette. — ¿Ya se subió?–, me decía. Y me mostraba con orgullo los avances tecnológicos. «Tiene que manejarlo». Estaba sonriente, pero su pasión por los autos era innegable, aunque algo cansado ya por la edad.
Es difícil decir que Lutz se va a otra empresa. Más bien se dedicará a descansar después de