Pierde GMC 30 mil unidades en dos días

En el segundo día de paro nacional en las 82 plantas de ensamble, de motores y estampados de General Motors en Estados Unidos, se han dejado de producir un promedio de 30 mil automóviles y camionetas en un conflicto entre la Union Auto Workers y los ejecutivos de la firma automotriz.

O termina pronto o genera en crisis.

O termina pronto o genera en crisis.

La empresa normalmente tiene unos 40 días de inventario de su producción de automóviles y camiones distribuidos en una red de más de 1,200 concesionarios en la Unión Americana.

Por tanto, la afectación no es grave de momento.

Sin embargo, GM no sólo produce autos y camionetas sino también componentes, partes de estampado y motores que son indispensables para el funcionamiento de sus plantas en Estados Unidos pero también en Canadá y México.

Ron Gettelfinger, líder del sindicato UAW, ha hecho pública una petición donde le dice a la General Motors que pague un total de $30,000 millones de dólares de todo el gasto social entre prestaciones, jubilaciones y gastos médicos de una planta laboral compuesta en más de 75,000 empleados y obreros.

Si GM paga esa cantidad a la UAW, esta levanta el paro, afirma Gettelfinger.

Esta declaración es tomada hoy por el círculo automotriz en Estados Unidos como «cínica y ridícula».

Partidarios de la defensa de los trabajadores dicen que GM y la industria automotriz en Estados Unidos siempre ha sabido de sus obligaciones sociales para con sus empleados. El costo social está incluido en el precio de cada coche. «¿Por qué ahora se asombran de que la UAW exija esa suma de dinero si es el tiempo y el costo en que la empresa no cumplió con sus obligaciones por contrato lo que ahora mantiene la situación como está?»

En tanto, la parte patronal dice que no puede ya pagar tan altas prestaciones laborales ni gastos médicos tan elevados –como son en general todos los costos de servicio médico en Estados Unidos– cuando Toyota, Honda y Nissan pagan mucho menos a sus obreros por estos rubros y la situación le representa una desventaja en costos y ganancias para la industria en general.

Si GM va a subsistir como empresa a nivel mundial, tendrá que hacer frente a un sindicato UAW muy radical en sus posturas.

De hecho lo que se está midiendo en estos momentos son las fuerzas de ambos bandos. La UAW, la mayor central obrera de la manufactura, exigiendo lo que por ley le corresponde y la GM, la empresa automovilística más grande del mundo, diciendo «no» a las históricas demandas.

Pero en Estados Unidos un debilitado presidente Bush no es capaz de intervenir en esta que es una crisis que pudiera durar o 72 horas o 72 días dependiendo de la postura de GM y de la UAW para negociar.

Si GM cede a las presiones de la UAW que sobre todo pide una garantía del trabajo seguro y que al día siguiente no lleguen sus representados y les digan «ya no hay trabajo», lo mismo tendrían que ceder Ford y Chrysler. Si es al revés, la UAW enfrenta una severa lucha contra tres y no contra uno.

Es obvio que el paro nacional en GM de Estados Unidos afectará a sus filiales en todo el mundo por el hecho que reciben algunos números de componente y motores para terminar de armar sus vehículos en las plantas regionales.

Por ejemplo, en México el 70% de los vehículos que vende General Motors son importados, pero aún para los autos ensamblados en Silao, Ramos Arizpe y Toluca, requiere estampados y plásticos (facias, salpicaderas, cofres, puertas y otras) de algunas de las plantas en paro o de proveedores nacionales o de Estados Unidos.

Los días pasan y el abasto pronto será grave al punto de detener la línea de producción en esas localidades de Canadá y México, aparte de las que se llevan a cabo en Sudamérica y Europa, aún en Asia.

El asunto de GM es el más grave de la industria en Estados Unidos, con repercusión mundial.

Lo que está en juego son las nuevas formas laborales que habrán de regir para una industria que es puntal de la economía no sólo de Estados Unidos sino de muchos países involucrados con su desarrollo. Y que ahora está en crisis regional, para el caso de las empresas norteamericanas ante las japonesas que no tienen que cubrir tantas demandas laborales pues se rigen con otro contrato colectivo y no a través de la poderosa UAW.

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