Enterado el Presidente Barack Obama de la reunión que llevan a cabo estos días las empresas Chrysler y FIAT, a fin de acordar si la italiana aporta capital a la norteamericana, el mandatario lo exige así pues deja entre ver en su discurso de hace una hora en la Casa Blanca que no habría más ayuda financiera del Estado si Chrysler no presenta planes serios de viabilidad.
Sergio Marchionne, presidente de la FIAT.
El discurso de Obama esta mañana en la Casa Blanca, perfila un sentimiento de que FIAT debe hacer más en su operación con Chrysler. Esto ya se lo habían dicho los miembros del comité automotriz designado por Washington a la propia compañía que preside Robert Nardelli, quien tampoco debe estar muy a gusto al enterarse ayer domingo que el Presidente pidió la cabeza de Richard Wagoner, de GM, para que la firma se siga reestructurando. Bob también está preocupado por su futuro empresarial.
Pero Sergio Marchionne, presidente de la Fábricca Italiana de Autos Torino, FIAT, ha dicho que de momento el arreglo es que Chrysler reciba asesoría técnica para el diseño de modelos pequeños y medianos a fin que sean producidos de manera conjunta.
Obama exigió que estas unidades se fabriquen y diseñen en Estados Unidos y que FIAT aporte dinero del 35% de acciones que recibió de Chrysler.
Tenía que ser. Una operación de compra que no es compra y una adquisición del 35% por el que FIAT no paga un sólo centavo. Algo raro había ahí.
Hay quienes afirman que este paso desesperado lo dio Cerberus, el propietario de Chrysler, para salir del paso ante la seria presión que el comité automotriz le hizo luego de cinco visitas a sus plantas en Detroit.
Desde el viernes Chrysler ha pedido a FIAT que se vuelva a sentar a la mesa con ellos para delinear planes concretos que le sean expuestos al Presidente Obama antes del 30 de abril.
Si no hay cosas concretas, Obama dejará que Chrysler resuelva sus problemas financieros solo y que posiblemente se tenga que ir a la bancarrota o venderse en partes, lo que sigue siendo una fuerte posibilidad ante la incapacidad de presentar planes concretos y viables al gobierno.