Con $13 millones de dólares en la bolsa cada año como sueldo, Sergio Marchionne, italo-americano involucrado hasta los dientes con la globalidad de la nueva empresa FIAT Chrysler Automobiles, FCA, con sede en Holanda (imagínese usted), tiene que consolidar a una FIAT decaída por la crisis económica europea que no ha salvado el temporal; una Chrysler cuya marca principal se defiende pero recibiendo los buenos dividendos de la división Jeep, la más exitosa del grupo y con una Ferrari que sale a la bolsa a conseguirse sus propios recursos. Y si la F1 no es negocio en 2015, pregúntennos para dónde va en 2016 esta línea de autos deportivos. El hombre del sueter negro, además, no tiene el decenio que viene asegurado, pues comienzan a manejarse nombres de sustitución (Apuntes Al Volante).