SEMA Show o APPEX, la gente del tuning o performance se las fuma para presentar sus mejores piezas como un Ford Mustang Boss 302 de 404 HP o bien un rosa nada afeminado sino pura sangre sólo que con algo de cultura metrosexual. La Asociación de Fabricantes de Equipo Especializado, SEMA, vuelca sus esfuerzos para que más de 1,000 empresas suban la expresión de quienes buscan personalizar sus coches hasta el frenesí o la locura automotriz. Y en un país tan loco como Estados Unidos, todo se vale. Del 2 al 5 de noviembre olvidan a los muertos y reviven a viejas figuras del automovilismo estadunidense.
Los fabricantes de equipo especializado arrojan su pasión en la lámina o la fibra (Foto SEMA).
La industria de la personalización automotriz en Estados Unidos vale miles de millones de dólares al año. La gente no sólo compra un coche; adquiere ilusiones. Ya tiene el Mustang, ahora quiere que se vea diferente. Para llegar a esa decisión una industria como la cinematrográfica se encarga, junto con otras como la de la moda o el alto rendimiento, a recrear esos sueños. Las películas de autos, como Máxima Velocidad o bien Rápido y Furioso, son el mejor escaparate para hacer que millones de jóvenes en el mundo busquen la diferencia de sus coches contra los de los vecinos o amigos. Cada quién para cada cuál. Piezas, fascias, rines… un mundo de accesorios donde sólo los verdaderos fanáticos se sienten en Alicia en el País de las Maravillas… Motorizadas.
SEMA Show o APPEX ahora es lo mismo cada año. Cientos de exhibidores para ser recorridos hasta en un día entero de exposición. Eso sucede en Las Vegas cada año. Y la pequeña ciudad al centro de la nada, del calor de verano, y del frío otoño, rodeada de montañas, se vuelve por una semana en la urbe del automóvil modificado. La cultura del tuning se viene a recrear y vienen de Japón y también de México, ¡ah! cómo abundan también los chicanos que buscan la parrilla brillosita, el rin dorado para su Cadillac de Monterrey o Baja California.
«Quiero que mi Mustang sea único»: Fan de la marca (Foto SEMA).
Es una industria de millones de dólares al año: $16,000 millones de dólares fue la última cifra que nos aportó SEMA en 2009. Ventas al año, entre distribuidores o al menudeo.
Recorrer el SEMA Show es entrar a un mundo diferente a lo que se aprecia en una agencia de autos nuevos. Es la imaginación, es el ensueño, y hay que entrar y entender a esa frivolidad para no padecer.
Rodrigo es estudiante de preparatoria. Tiene un Chevy en México. Viene por un equipo de sonido porque en México no lo encontró. Su auto le costó $60,000 pesos. En equipo, pintura y sonido le ha metido más de $250,000 pesos. Y va por más. «Esto es como una enfermedad, como una droga, una vez que entras a este mundo difícilmente sales de él. Y a mí me encanta, es mi pasión y todo gira alrededor de mi automóvil, de mi Chevy. Y mi nena está de acuerdo, es parte, somos parte de ello. Y cotorreamos de lo lindo, y tenemos otros amigos que piensan como nosotros. Este es nuestro mundo».
Y eso produce millones de dólares. Y allí anda Mr. William Glasgow, un hombre de cerca de 75 años, que hace muchos ayeres organiza esta fiebre del automóvil en Las Vegas, con todo el apoyo de SEMA y otras asociaciones. Y allí anda Linda Spencer atendiendo a los más de 500 periodistas de todo el mundo, que se dan cita en la gran cita de Las Vegas para ser felices y vivir su pasión de un mundo de cuatro ruedas que es más que eso, más que un auto, es parte de su personalidad, es su mundo, es su fin, pero también su principio.
Hay que vivirlo, por lo menos una vez en la vida.
El auto puede ser el principio, pero también el fin (Foto SEMA).