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Lo que sencillamente era una denuncia en tribunales, tanto en Modena, Italia, como en Londres, Inglaterra, contra dos personas que traicionaron a sus respectivas fuentes de trabajo, se ha convertido en el peor escándalo en la historia de la Fórmula Uno.
Flavio Briatore y Jean Todt. Alianza.
Ferrari demandó en el tribunal de Modena, cuyo personal por cierto ha regresado de vacaciones esta semana y dará curso a la denuncia en contra del ingeniero Nigel Stepney por transferir información secreta a otra escudería (McLaren). McLaren hizo lo mismo con su ejecutivo Mike Coughlan, quien recibió los documentos de la escuadra italiana.
Intervino Max Mosley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) para que el Consejo del Deporte Motor de la misma asociación determinara si era viable la denuncia de Ferrari y la suspensión del colaborador de McLaren, Mike Coughlan.
El consejo determinó que no hay elementos suficientes para juzgar a McLaren por haber recibido casi 800 páginas de información confidencial de Ferrari.
Ahora la Asociación Italiana del Automovilismo, cuyo presidente es Luigi Macaluso, envió una misiva a Max Mosley diciéndole que no es justo el resultado de esta determinación del consejo, por lo cual pide una apelación nuevamente en París.
Mosley, por el bien del automovilismo, dice en su carta de revire a Macaluso, mandará el caso a la Corte de Apelaciones que se reunirá a finales de mes. O sea despúes del Gran Premio de Hungría que se corre este fin de semana.
Jean Todt, jefe de la escudería Ferrari, acusó de hipócrita la actitud de McLaren ante el caso, cuando ambas escuderías habían prometido un manejo discreto de ambos casos de los dos ejecutivos deshonestos involucrados.
Ferrari, de todos modos, va a llevar a la cárcel a Nigel Stepney, aunque este se ha quejado de acoso, vigilancia excesiva a su familia y que incluso él sólo es «la punta de una larga historia donde Ferrari sabe quiénes están involucrados».
Algo tiene que ver esto con aquel famoso polvo blanco que se instaló en los tanques de los dos autos de Raikkonen y Massa previo al Gran Premio de Mónaco.
Pero esto también puede verse como una «cortina de humo» para desviar la atención a los asuntos preocupantes: el espionaje de McLaren hacia Ferrari y el posible uso de información táctica de Ferrari para los autos de McLaren.
Ron Dennis, propietario de la escudería McLaren en Gran Bretaña, rompió el silencio ante el rol que están jugando Jean Todt y el presidente de la asociación italiana Luigi Macaluso en el caso de espionaje.
Dennis acusa en una carta que le envía a Macaluso, que Ferrari utilizó un piso movible en sus autos en el Gran Premio de Australia, pero que ellos no protestaron por el bien del deporte.
Dice Ron que la postura del presidente de la asociación italiana es contraproducente a los buenos resultados que ha tenido la Fórmula Uno este año. El campeonato, comenta, está mejor que nunca, y sería muy lamentable que estos asuntos se sigan dirimiendo en los tribunales y no en las pistas.
Ferrari ya contestó diciendo que sus autos fueron revisados por los comisarios de la FIA y fueron autorizados y aprobados para correr.
Mosley piensa igual que Dennis. Por eso daba por cerrado el caso con la declaración del consejo deportivo. Pero la intervención de la autoridad deportiva italiana del automovilismo, vuelve a complicar el asunto para Mosley.
Ahora el caso va de vuelta a la Corte de Apelaciones. Pero el curso de denuncias contra Stepney y Coughlan sigue y no se va a detener hasta que los dos vayan a dar a la cárcel.
Por lo pronto, Flavio Briatore, quien ha señalado al Ministerio de Turismo de Italia que él tiene interés por promover las visitas a la península en actividad que no cobraría remuneración, también se ha manifestado a favor de Ferrari y dice que estará actuando activamente durante los días en que se reúna la Corte de Apelaciones.
