Saturn, Penske, integración nacional y la futura industria

El reciente anuncio del empresario norteamericano Roger Penske de poseer la marca Saturn que deja la quebrada General Motors, nos hace pensar en la necesidad de que México busque otras salidas para la salvación de la plataforma automotriz que durante 47 años se ha levantado en el país.

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Con la quiebra de General Motors en Estados Unidos se abre una nueva etapa en el desarrollo de la industria automovilística de ese país, y por ende del sector en México, que históricamente ha dependido del norteamericano.

Esa etapa está llena de sorpresas. Al desintegrar General Motors a cuatro divisiones de su núcleo empresarial (Hummer, Saturn, Pontiac y SAAB), se abre la posibilidad de compra por parte de diferentes actores. Una entidad china comprando a Hummer, el empresario y distribuidor multimarca Roger Penske (tambiénj ligado al mundo de la velocidad en la entonces viviente Indy Cart) interesándose por la Saturn; la desaparición de la marca Pontiac que en México podría dar pie a que se convierta en marca regional al conttarse con la planta en San Luis Potosí para ello, y la sueca SAAB que se deja a la suerte del gobierno de Suecia.

Me referiré concretamente al caso de Penske que comprará, según acuerdo ya firmado, la división Saturn, un complejo productor de unidades de bajo precio y donde el empresario pretende que la tecnología de Renault-Samsung de Surcorea le sirva para la producción de vehículos masivos en un mercado cambiante de los autos grandes a los pequeños y medianos. Un gran gajo de la naranja mecánica nueva en la industria norteamericana.

¿Por qué un empresario como Roger Penske puede y se anima a adquirir una planta de automóviles? ¿Se podría dar eso en México?

La crisis económica pero sobre todo el escándalo financiero lleno de corrupción por las tareas especulativas de unos cuantos, estalló con la implosión de General Motors. Ese fenómeno está generando «nuevos» paradigmas en el modelo económico liberal de Estados Unidos.

El Estado nacionaliza «parcialmente» a la General Motors. Los trabajadores, como en el mejor sistema chino-comunista, se hacen de las acciones de la empresa. Los particulares tienen la oportunidad de reiniciar un nuevo proceso en la composición de los dueños de las empresas automotrices.

Penske entra así de gran distribuidor de automóviles a fabricante. La oportunidad se da. Él la aprovecha.

¿Cuál va a ser el futuro de GM en México? El que sea, abre la oportunidad para que empresarios mexicanos puedan aprovechar una nueva sinergia en el negocio automotriz regional. Hablamos claro está de hacerse de acciones locales, de la oportunidad de comprar naves industriales no sólo de GM sino de Chrysler cuyo futuro es incierto ante una FIAT que no promete mucho. Hay que decirlo con todas las palabras necesarias.

Si las plantas de Chrysler en Toluca y Ramos Arizpe son aprovechadas por empresarios locales, este será el inicio de una nueva etapa en la vida de la industria automotriz en nuestro país.

En vez de pensar en proyectos chinos en México, el potencial se aprovechar las plantas ya existentes para hacer nuevos negocios son formidables.

Se trata sólo de esperar cómo se da el reacomodo de las empresas. Cómo queda finalmente GM en nuestro país, cómo Chrysler, cómo FIAT que no tiene planta en México.

Pero a la vez hay que estar alertas para aprovechar las oportunidades en el momeneto adecuado.

Desgraciadamente en México no contamos con el sector oficial. El gobierno, y concretamente la Secretaría de Economía, no miden, no alcanzan a ver el potencial que se tiene frente así para crecer. Todavía los jóvenes gobernantes educados en Harvard y en las visiones neoliberales de la academia, no tienen la capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos y formas que establece un también nuevo esquema de producción automotriz a nivel mundial.

Este esquema se presenta a nuevos apostadores. Si GM quebró para luego achicarse, quiere esto decir que otros actores pueden entrar a la contienda por la posesión de una nueva planta armadora con nuevas marcas o reviviendo, como Penske, las ya existentes.

Para que el gobierno mire hacia allá, es necesario que abandone sus viejos y empolvados paradigmas del neoliberalismo.

Para nadie es oculto saber que los gobiernos de la crisis y del producto de la especulación financiera sin escrúpulos, se mueven hacia el proteccionismo de sus economías y sus proyectos industriales, aunque no dejan de manejarse en una órbita de la «globalidad». Habrá que encontrar la nueva definición del terminajo.

Por tanto, este reacomodo en las formas de ver la «nueva» economía, nos indican que hay que volver la vista a lo ya aprehendido históricamente. La protección a las economías locales, el trabajo, la planta productiva nacional. Y por tanto, a cuidar los intereses del país exigiendo otra vez un mínimo de contenido nacional en cada producto que se elabore.

Son los paradigmas de los años 60 y 70. Pero que permitieron que en México se desarrollara la base de la entonces incipiente industria nacional de autopartes en 1962 con el primer decreto de la industria automotriz que permitió la integración del sector.

Un extraordinario texto escrito por don Claudio Mayoral Glasió, «La industria automotriz mexicana. El decreto del 23 de agosto de 1062» cobra vigencia una vez más.

Sólo como un dato histórico que ilustre la importancia que el sector tenía en 1960, hace casi medio siglos. Las empresas existentes entonces con capital nacional:

Fábricas Automex (importaba y luego produjo aquí los vehículos Chrysler, Plymouth y Dodge).

Ford Motor Company (llegó a ensamblar en México hasta nueve vehículos diferentes).

General Motors de México.

International Harvester de México (camiones con motor diesel).

Nissan Mexicana (importador, luego productor).

Vehículos Automotores Mexicanos, VAM (produciendo en México los autos de la marca Rambler).

Volkswagen de México (importador luego productor).

Diesel Nacional (la empresa estatal productora de automóviles Renault y otras marcas, camiones, tractos y autobuses). La más importante del país.

Trailers de Monterrey (tractos y autobuses).

Autocar Mexicana (tractos y autobuses).

Kenworth Mexicana (tractocamiones).

Trailers del Norte (tractocamiones).

Víctor Patrón.

Mexicana de Autobuses.

Por tanto, esta es una buena oportunidad de que el sector automotriz mexicano sea revitalizado con nuevas inversiones nacionales ya que las foráneas se han detenido por la crisis económica de la mayoría de los países.

La inversión nacional debe nuevamente de gozar de todo el apoyo gubernamental para lograr negocios rentables. Con una nueva visión, evitando los abusos de poder del pasado, la corrupción siempre imperante en nuestro país y en los tiempos, y cuidando se cumplan los objetivos de producción y generación de empleos.

Alguien que por favor le toque el coco a esos jovenazos que se echan a perder en el gobierno buscando sólo su tajada económica y dejando al algarete a la industria, al empleo, al país.

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