El expresidente Vicente Fox no supo dónde esconder la verdad sobre el préstamo de vehículos que General Motors de México, y quizá otras empresas automovilísticas, le han hecho no sólo a él, sino a muchos expresidentes de México. Sean los Hummer, los Chrysler o los Volkswagen.
El entonces Presidente Fox invitó a Felipe Calderón a su rancho y pasearon en uno de los dos Hummer prestados por General Motors de México (al fondo aparece el segundo).
La empresa Volkswagen de México, en los tiempos de Ernesto Zedillo como presidente, regaló al exmandatario un vehículo Jetta que finalmente fue a parar a manos de uno de sus hijos.
Y qué decir de los automóviles Dodge Mónaco que Chrysler de México regaló a la pareja presidencial, Luis Echeverría Álvarez y María Esther Zuno de Echeverría, en los años 70. Cada año se les cambiaba el modelo al año de estreno.
Vicente Fox Quesada, como presidente de la república, llevó una muy buena amistad con los señores de General Motors, tanto de Estados Unidos como los ejecutivos en México. Lo mismo recibió en Los Pinos al presidente de GMC, Rick Wagoner, que al presidente de General Motors de México, el colombiano Arturo Elías (ahora el presidente de la empresa en el país es Kevin Williams).
La empresa facilitó diversos vehículos como Suburban, Hummer y otros (en total 138) al servicio de Los Pinos. Lo que habría que ver es si algunos de estos fueron regalados al presidente Fox o sólo prestados, porque la constante de muchos años por parte de las armadoras era regalarlos.
Las excelentes relaciones de Carlos Gelista, entonces director de relaciones públicas y gubernamentales de General Motors de México, padre del expresidente del Partido Acción Nacional en el Distrito Federal, Carlos Gelista González, con Vicente Fox, permitieron un mayor acercamiento de la Presidencia con GMM y viceversa, como ninguna otra armadora lo tuvo.
En tono de broma se decía que los dos logos, el del PAN y el de GM, eran azules.
El desarrollo de la planta de General Motors de México en Silao, Guanajuato, se inició desde que Vicente Fox fue gobernador de la entidad. Allí es donde se fabrican las camionetas Suburban, entre otras. Y alli es por cierto donde GM pretende ensamblar la Hummer H4 ahora en México a partir de 2008.
Por lo tanto, hablar de que 138 vehículos Chevrolet (de acuerdo con El Universal) y algunos Hummer estén en poder del Estado Mayor Presidencial, se vuelve un lugar común para la gente que se mueve alrededor de la Presidencia, pero mueve al análisis de las componendas y tráfico de influencias.
El mismo presidente electo Calderón que se paseó con Vicente Fox en su rancho a bordo de una Hummer, ha recibido de General Motors de México varios vehículos Suburban para su uso personal (parece que ahora mismo el presidente ha ordenado terminar el ciclo de estos préstamos que antes eran regalos).
Así, General Motors de México se convirtió en el proveedor de los autos de uso del Estado Mayor Presidencial, o sea Los Pinos.
Fue durante la presidencia de Vicente Fox que se aceleraron los preparativos para que la GM contara con un terreno en San Luis Potosí para edificar su cuarta planta ensambladora en el país (las otras están en Toluca, Ramos Arizpe y Silao) que estará funcionando entre junio y octubre del año entrante.
Fox puso la primera piedra de este complejo en compañía del mandatario estatal, Arturo Elías y Carlos Gelista padre.
Arturo Elías, entonces presidente de GMM, el gobernador de San Luis Potosí y Vicente Fox en el banderazo de inicio de la planta.
Chrysler de México, en los años 70, regaló por lo menos un automóvil Dodge Mónaco que entonces quedó en manos de doña María Esther Zuno, la mujer de las aguas frescas en las fiestas de banquete en Palacio Nacional. A nombre de ella se hizo la factura. Sólo que Chrysler le colocó un sistema de sonido como accesorio. La anécdota es deliciosa:
Llegó el representante de Chrysler de México a Los Pinos diciendo que llevaba un Dodge Mónaco del año para la señora María Esther. Dejaron pasar el vehículo. El que iba al volante dijo que necesitaba terminar de ajustar el sonido que se le había instalado y pidió un cassette para probarlo. El único que le trajeron fue el del Himno Nacional Mexicano. Y el himno retumbó en la escalinata principal de Los Pinos.
Así, el hombre de las tendencias centro-progresista del PRI, el enemigo de las trasnacionales, quien abrazaba efusivamente a Fidel Castro y guardaba la distancia con Richard Nixon o Gerald Ford, aceptaba de una empresa automovilística trasnacional un pequeño regalo. Un auto de lujo valuado en $170 mil pesos de ese entonces.
Un Dodge Mónaco Royal como este recibió la esposa del presidente Luis Echeverría.
Las relaciones de Chrysler de México con Luis Echeverría no fueron todo lo cordiales que se hubiera querido, pero la casa presidencial se movía en Dodge Mónaco.
En el sexenio de Ernesto Zedillo, entre 1994 y el año 2000, la empresa Volkswagen de México le fue a mostrar la producción del Jetta hecho en Puebla. Los directivos quisieron obsequiarle uno al mandatario. Este, dado a bromear los vasos de sidral que se confunden con cerveza, dijo que no, pero en cambio lo aceptó para uno de sus hijos.
Práctica común entre los funcionarios de nivel medio fueron los casos en que subsecretarios de la entonces Secofi, Comercio y Fomento Industrial, recibieron coches regalados para prueba de manejo que luego se les «olvidó» regresar.
Era cuando la Secofi tenía su propio laboratorio para pruebas de homologación de la industria automotriz. Ahora esas evaluaciones ya no se hacen a la industria. Se actúa de buena fe con ellas. Pero llovieron coches por ahí. Eran los tiempos de la bonanza priísta del Año de Hidalgo.
Adolfo López Mateos, el presidente de los automóviles, recibió de parte de Ford Motor Company de México un Mustang convertible en 1965 que fue el primer vehículo en su estilo en el país. Se lo regalaron y el presidente gustoso se paseó a bordo de él ante la mirada de sus colaboradores y la prensa que cubría el evento.
Entonces y a modo de un partido autoritario donde el presidente era la ley, no era malo recibir coches regalados por parte de empresas trasnacionales.
Hoy, para Fox, y con su sospechosismo, parece que ya no es así porque quizá el expresidente fue más allá de sólo recibir autos prestados o regalados.
Mal para su campaña de relaciones públicas donde la discreción debiese de ser su pauta a seguir. Y si no que le pregunte a Felipe Calderón, que no está muy a gusto con la forma de actuar del exmandatario.
La industria automotriz también es dadivosa. Asociaciones del ramo han entregado sendos cheques a la fundación Vamos México de los Fox-Sahagún.