Cada que una empresa automotriz mundial va a anunciar inversiones en México, tiene la obligación de contárselo al gobierno mexicano para que Felipe Calderón haga el aviso oficial y se cuelgue las medallas del éxito por un trabajo que él no hizo (ni su equipo de colaboradores tampoco). Mientras, permite la entrada de 6 millones de autos usados provenientes de Estados Unidos, llamados «chocolates» que mantienen un mercado interno recesivo de 850 mil unidades anuales contra 3.5 millones del mercado brasileño, por ejemplo.
Este viernes la empresa Honda de México oficializó una inversión de $800 millones de dólares en Celaya, Guanajuato. Ese acto otra vez se hizo ante Felipe Calderón, así como los ejecutivos locales de Guanajuato y la presidenta municipal de esa comunidad.
¿Por qué monta Honda su tercera planta en México? Ya tiene dos naves industriales en El Salto, Jalisco. Una de motos y otra de camionetas CR-V. Hay múltiples motivos. Pero los principales son: a) Ante los desastres naturales en Japón las empresas de ese país han optado por mover sus plantas a otros países cercanos o dentro de los polos de desarrollo más vertiginoso (ellos son China, Estados Unidos, Alemania y los países emergentes como Brasil, India, México). Esto les permitirá abatir costos de traslado. b) Lo caro que resulta el real brasileño y lo barato que está el peso mexicano empujan a invertir en México para aprovechar una barata mano de obra y una experiencia en la fabricación de vehículos compactos y subcompactos. c) La cercanía con Estados Unidos, su crisis económica, la crisis de energéticos que obligan a aumentar el precio de los hidrocarburos y al consumidor a utilizar unidades de menor tamaño y mayor ahorro de combustible hacen pensar que México es una plataforma adecuada para e3xportar hacia EEUU ese tipo de unidades.
Definitivamente el mercado interno no es un imán lo suficientemente potente para que hagan pensar a las empresas de que algún día se detonará el mercado mexicano que debería estar en 2011 en la venta anual de 2.5 millones de unidades por lo menos.
El gobierno por un lado ha incentivado a la industria automotriz con bajarle impuestos, aunque el costo de los insumos se ha disparado, la energía eléctrica en su costo ha subido y las empresas tienen que aprovisionarse su propia energía, por ejemplo. Pero por el otro lado también ha permitido que la entrada de seis millones de autos «chocolates» se haya dado sin medida y en perjuicio de la planta productiva nacional.
Es un doble lenguaje. El económico de apoyar al sector, pero el político de dar la vuelta, beneficiar a los diputados y senadores de su propia bancada del PAN pero también del PRI, para que hagan sus jugosas ganancias a través de empresas importadoras. Doble lenguaje a la industria que no dicen nada pero que sabe de estas pillerías gubernamentales.
Por tanto, la inversión de $10,000 millones de dólares que clama el gobierno mexicano haber atraído, no es un merecimiento, sino que responde a la propia inercia y estrategia de las empresas por crecer en el gran mercado estadunidense y de América del Norte en general. Pereo también de mirar hacia el Sur para producir desde aquí (más barato que hacerlo en Brasil) y exportar.
El punto es la exportación para las empresas, no el mercado interno mexicano que sólo mide 850,000 unidadades anuales en promedio, contra Brasil que maneja parámetros de 3.5 millones de unidades como tamaño de su mercado interno protegido y cuidado.
Los funcionarios hablan hace cinco años de incentivar al mercado interno. Pero no lo hacen. Algunos consideran que el gobierno a través de sus cambiantes funcionarios de Economía, no sabe cómo operar ese crecimiento. Y otros dicen que ha dilapidado recursos a lo estúpido, yla industria no ha respondido tampoco. Claro, el consumidor cada vez tiene menos liquidez en sus finanzas personales. El número de pobres ha aumentado hasta los 52 millones de habitantes.
Ante un panorama así ¿quién puede vender más automóviles?
Así las cosas, al gobierno sólo le queda ponerse las medallas del éxito internacional de las empresas multinacionales. Ya fue con Honda ahora, hace unas semanas con Mazda y viene una inversión de $900 millones de dólares de General Motors (si la enésima crisis estadunidense lo permite). ¿Quién cree que va a anunciar esto? Adivinó.
Y así lo ha hecho con FIAT cuando anunció que produciría el 500 en Toluca. Con un fuerte préstamo del gobierno mexicano? Se juraba que sin esa salvación de la planta de Chrysler esta hubiera cerrado.
Y así lo hizo con Ford y su inversión en Cuautitlán para producir el Ford Fiesta y también con Volkswagen para producir el nuevo Jetta y el Beetle.
Calderón se ha autonombrado el «presidente de la industria automotriz». Pero ha dañado a la planta productiva nacional sin la aplicación de una normatividad para la importación de unidades usadas provenientes de Estados Unidos. Seis millones de unidades, muchas de ellas obsoletas y carentes de toda calidad para rodar, son el mejor ejemplo de lo que es la doble cara de este autonombrado representante del sector.
«No me ayudes compadre», le dirían muchos industriales hoy.