Ford Fiesta 2011: Tlaxcala-DF-Guadalajara con un tanque

Por Rogelio Rivera Nava (Roke)*

¿A dónde puede llegar un Ford Fiesta con un tanque lleno? Con esta sencilla pregunta, me propuse exprimirle el máximo rendimiento de combustible a este subcompacto en un recorrido de 680 kilómetros sin repostar gasolina. Al saber mis planes hubo quien me preguntaba “¿Lo vas a empujar?”, pero no sólo logré la distancia prometida, sino que me sobró combustible.

Con el tanque lleno en Tlaxcala (Foto: R. Rivera)

Debido a cuestiones de trabajo, había que hacer el viaje de todas formas. Visitar clientes en Puebla e ir a tomar unas fotografías en Guadalajara eran parte de un itinerario, al cual sólo le añadí una visita a la ciudad de Tlaxcala, en el estado con el mismo nombre.

Tlaxcala, un estado del que se habla poco, abarca el territorio más pequeño de entre todas las entidades de la República Mexicana, excepto el DF. El nombre de su capital es Tlaxcala de Xicohtencatl, escrito así, sin acento y con una “h” intermedia, más parecido al modo como se pronunciaba en la época prehispánica. Esta ciudad es dinámica y bien cuidada. El zócalo, arbolado y con un tradicional quiosco, cuenta con conexión inalámbrica a internet gratis, y los automovilistas pagan el lugar de estacionamiento con un sistema automatizado. Lo tradicional no está peleado con la modernidad.

Desde allí partí hacia la Ciudad de México y luego a Guadalajara (cerca de 700 km) con el objetivo de hacerlo sin repostar combustible. A la salida de Tlaxcala de Xicohtencatl me detuve en una gasolinería; le pedí al despachador que llenara a velocidad lenta y que no le echara una gota más al tanque una vez que la pistola botara automáticamente el gatillo. Al llegar a mi destino, haría lo mismo para corroborar cuántos litros consumiría el Ford Fiesta hatchback SES 2011 con transmisión manual que elegí para hacer el viaje. En la gasolinería también regresé a ceros todas las cifras de la computadora de viaje.

(Foto: R. Rivera)

El primer tramo de carretera es bastante plano, aunque no se trata de una autopista de primer orden: el límite de velocidad es de 80 km/h. Rodé a 100 km/h para seguir el paso de la mayoría; no obstante, a algunos otros autos y camionetas todavía les parecía lenta mi velocidad.

Preparativos

La página de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (*1) cuenta con una herramienta para planear rutas de carretera en toda la república, llamada “Traza tu ruta”, y la cual incluye cálculo de costos del peaje y del combustible. Se pueden incluir puntos intermedios, que se calculan con precisión mediante la selección de zonas específicas dentro de cada ciudad. Elegí el centro de cada urbe. Del DF a Guadalajara llegué a través de la ruta corta, que omite Toluca (por medio del libramiento) y atraviesa Michoacán.

Para la estimación del consumo, la herramienta de la SCT pide especificar el número de cilindros y el desplazamiento del motor; una vez que elegí los cuatro cilindros y menos de 1,800 cc que corresponden al Fiesta, la página arrojó una cifra de 17 km/l. Con el tanque de 45.42 litros del Fiesta sería posible recorrer teóricamente 772 km de carretera; pero habría que considerar los tramos urbanos, en los cuales se eleva el consumo. Según la página, gastaríamos 335.2 pesos de gasolina Magna en total. Con un precio de este combustible de 8.52 por litro (cuando hice el recorrido, en octubre de 2010), el consumo total sería de 39.34 litros.

Todo el cliché: en el DF (Foto: R. Rivera)

La herramienta de SCT calculó 124 km de recorrido de Tlaxcala al DF y 545 km del DF a Guadalajara (669 km total); con un costo de peaje (incluyendo el libramiento de Toluca) de 821 pesos ($681 del DF a Guadalajara), que al final del viaje fue diferente de lo prometido: 829 pesos.

Regla 1: Constancia

Para acelerar después de una caseta, la mayoría de las veces le hacía caso al cuadro de instrumentos del Fiesta, el cual cuenta con una flecha hacia arriba que se ilumina cuando considera que es buen tiempo de hacer un cambio ascendente; esto es, alrededor de 2,000 rpm.

En promedio siempre manejé 10 ó 20 km/h por arriba del límite establecido, excepto en los tramos de obras, que no fueron pocos. En los tramos con velocidades absurdamente reducidas (como los 60 km/h en las bajadas montañosas después de Río Frío) mantuve el promedio de los demás, de alrededor de 100 km/h. Lo importante era conservar una velocidad constante, que es la mejor manera de ahorrar.

Rumbo a Guadalajara, cerca de Morelia (Foto: R. Rivera)

Cuando llegué a la cúspide de la cadena montañosa entre Puebla y el Estado de México, después de Río Frío, la computadora del Fiesta indicaba que el rendimiento había disminuido de los 18.52 km/l que logró en las rectas a 16.39 km/l. Aunque la buena entrega de par del motor del Fiesta permite aguantar ascensos de regular inclinación con la quinta engranada, tuve que usar muchas veces cuarta y llevar el motor a 3,750 rpm o más.

Regla 2: Anticipación

Cuando encontraba un “columpio” (una bajada seguida de una subida), y si las condiciones del tránsito eran adecuadas, permití que el auto cobrara velocidad –a un pico de 140 km/h– para remontar el tramo en ascenso con mayor facilidad. Así, sin acelerar más, al terminar la subida, el velocímetro bien podría marcar 105 km/h, o 95, en pendientes muy empinadas.

Una acción sutil del pie derecho era la constante y le di prioridad a la seguridad por sobre todo lo demás. No utilicé el control de velocidad, porque éste actúa de manera reactiva: si hay una bajada, frena; si hay un ascenso, acelera. Era preferible hacerlo de manera proactiva para decidir de manera más inteligente.

Autódromo de Toluquilla, Guadalajara (Foto: R. Rivera)

Si alguien se lo pregunta, administré el acondicionador de aire: lo usé cuando era necesario, y descubrí que muchas veces el aire exterior está suficientemente frío para mantener una temperatura agradable en el habitáculo; en tales casos era innecesaria la intervención del compresor del acondicionador de aire.

Otra manera de anticipar se presenta cuando hay que rebasar en una carretera llena: Antes de alcanzar a un vehículo lento, el conductor tiene que decidir si acelera o cede un poco el acelerador para que, cuando le dé alcance, no tenga que frenarse demasiado; de lo contrario, gastará combustible para recuperar velocidad.

Los resultados

Al llegar a Guadalajara había recorrido 681.8 km y, al repostar, le cupieron al tanque 35.71 litros, por lo cual sobraban 9.71 litros. Calculé un promedio real de 18.71 km/l, contra 18.52 de la computadora del Fiesta. Teóricamente pude haber recorrido otros 181.67 km con el resto de gasolina (es decir, un total de 863.5 km).

De regreso al DF (Foto: R. Rivera)

Ya que el viaje fue en redondo, le sumé 1,539 km al odómetro del Fiesta amarillo, con un promedio general de 16.71 km/l (casi los 17 que indicaba la página de la SCT), incluyendo tramos citadinos y un regreso de Guadalajara al DF a mayores promedios de velocidad.

En lugar de competir contra los demás para saber quién es el más rápido de la carretera, resultó muy satisfactorio cambiar este objetivo por el de exprimirle más kilómetros al combustible; de paso, el auto se desgasta menos y aumenta la seguridad, así como el gozo del paisaje. Además, los que van más rápido no se ahorran mucho tiempo.

Ya que mencioné el tiempo, de Tlaxcala al DF tardé dos horas 33 minutos, y del DF a Guadalajara seis horas 42 minutos. Ya sé que muchos saldrán a decir que esto es demasiado. He escuchado a personas “chilangas” asegurar que hacen media hora a Cuernavaca, tres y media a Oaxaca, 11 a Puerto Escondido o 10 a Nuevo Laredo. Lo primero que les pregunto es si iban solos o con su familia, porque si la respuesta es la segunda, sólo queda orar por ellos. En segundo lugar, la pregunta pertinente es: “desde dónde y hasta dónde mides el tiempo”, ya que muchos le dan “start” al cronómetro desde la primera caseta y lo detienen en los límites de la ciudad. Como ya lo mencioné, mis mediciones fueron en el centro de cada ciudad, es decir, con todo y embotellamientos.

El objetivo de esta prueba se puede trasladar fácilmente a la conducción cotidiana. He ensayado desde hace tiempo las técnicas que describo aquí; pero en el recorrido de Tlaxcala al DF y Guadalajara sólo fui más constante. ¿Que si fue divertido? Sí, aunque es otro tipo de diversión, desde mi punto de vista, una más retadora y sin riesgo innecesario.

(*1)

http://sct.gob.mx

*Rogelio Rivera Nava tiene un título de diseño industrial y se ha enfocado en el mercado automotor desde una corta edad. Estuvo a cargo del departamento de diseño de styling de Nissan en México y ha colaborado en diversos proyectos de diseño de transporte. Se desempeñó en los medios de Motorpress-Televisa (Automóvil Panamericano, Autoplus, Automóvil TV, etc.) y fue director editorial de Car and Driver México. Actualmente se enfoca en la fotografía y edición especializados en automóviles.

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