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Importar autos usados fue una política redituable para el gobierno en turno (en Perú), dijo Eswin Derteano, presidente de la Asociación Latinoamericana de Distribuidores de Automotores, ALADDA y también de la Asociación Automotriz de Perú.
Edwin Derteano, presidente ALADDA (Foto AMDA).
El distribuidor vino a México para participar en el Foro Automotor de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores, AMDA. Luego fue a reunirse con diputados para dialogar sobre la necesidad de fortalecer los mercados internos de los países del área.
En un boletín de prensa, la AMDA da a conocer los señalamientos del presidente de ALADDA.
Dice el documento: «Derteano, también Presidente de la Asociación Automotriz del Perú (AAP), destacó el caso de su país, donde la estrategia para renovar el parque vehicular en 1992 fue la importación masiva de vehículos usados de Japón, muchos de los cuales ya tenían cientos de miles de kilómetros recorridos, algunos eran pérdida total y a todos se les tuvo que cambiar el volante al lado derecho debido a que en Japón se utiliza el timón invertido, sin ninguna regulación técnica para tal modificación.
«Fue un movimiento políticamente redituable para el gobernante en turno para permitir la entrada de usados porque ‘están más cercanos a las mayorías’, mientras que el vehículo nuevo era caro, ya que tenían un 52% de impuesto a la venta», recordó. Tan sólo de 1992 a 2012 se importaron 800 mil usados contra 700 mil nuevos.
Prosigue el documento: «Durante esos 20 años, los distribuidores peruanos hicieron ver a las diferentes instancias de la autoridad la errónea estrategia que fue abrir la frontera a vehículos usados japoneses, que lo único que trajeron fue una incertidumbre sobre el estado legal de los mismos, la venta callejera sin responsabilidad, contaminación y hasta asesinatos por déficit de piezas para ciertas unidades.
«Se trajeron muchos modelos que no eran de marcas conocidas en Perú, y de las marcas Toyota y Nissan que si eran conocidas no se importaron los mismos modelos que ya se vendían, provocando un robo tremendo de unidades por las autopartes. En el caso de los taxistas, hubo muchos hurtos de unidades con asesinatos de taxistas para que no hubiera denunciante, llevándose el vehículo para venderlo por piezas», lamentó.
Tuvieron que pasar dos décadas, dijo, para hacerle entender a la autoridad el impacto negativo que tuvo la importación de vehículos usados para renovar su parque vehicular; y aunque en 2001 la importación de nuevos fue de apenas 10 mil unidades contra 85 mil usados, en 2013 ya se internaron 200 mil nuevos y ninguno usado.
«Por eso digo no a la importación de vehículos usados, hay que administrar el parque vehicular para potenciar lo bueno y minimizar lo malo», invitó el presidente de AAP. Hasta aquí el boletín de AMDA.
El directivo dijo que el parque automotor mexicano es de 30 millones de unidades, si se renovaran 3 millones de unidades por año, de cinco a ocho años se sacarían de la circulación millones de autos chatarra que contaminan y provocan problemas viales.
La realidad mexicana, dice Al Volante, es que un puñado de corruptos funcionarios, entre diputados y personas de gobiernos municipales y estatales, han hecho de la importación de autos usados provenientes de Estados Unidos, un negocio redondo, sin importarles que dichas unidades en la mayoría de los casos vengan en malas condiciones mecánicas, exponiendo incluso la vida del que compra.
Esa corrupción es permitida por jueces y funcionarios de gobierno de las secretarías de Hacienda, de las aduanas sobre todo del norte del país, de Economía y de una débil posición de un sector tan importante como el automotriz, cuyo potencial económico es el más fuerte en la Nación, pero cuya inercia burocrática le sume en la cuasi inactividad, sólo contrastada por las declaraciones mensuales a la prensa.
