En los últimos dos años México ha sido plataforma de las empresas automotrices chinas para tratar de incursionar al mercado más grande del mundo: Estados Unidos. Pero esos proyectos han fracasado porque los costos de traslado de infraestructura desde China hasta México son muy costosos y los productos finales no cumplen con la normatividad norteamericana.
El primer proyecto fue el de Chery Automobile para convencer a Chrysler de México de permitirle la venta de este tipo de unidades en el mercado mexicano. A la planta de Chrysler en Toluca llegaron algunos vehículos chinos y la firma estadunidense se dio a la tarea de evaluarlos tanto en los aspectos mecánicos, comportamiento en calles, en vialidades de alta velocidad, y también en sus acabados. El programa se truncó. Pese a que Chrysler mantuvo el proyecto dentro de la mayor discrecionalidad, trascendió que la firma decidió no iniciar la venta de este tipo de unidades. Extraoficialmente se dijo que no era viable porque a las unidades les faltaba calidad de manufactura.
Luego vino la empresa chino-norteamericana ZX (Zhong Xing) que iba a montar una planta en Baja California Norte. Pedían dinero a los distribuidores de autos interesados en el proyecto para que fueran socios en el mismo. Todo resultó un gran fraude en Estados Unidos que le costó la libertad a quienes la dirigían.
El tercer caso fue del de First Automobile Work, FAW, aliado con Salinas Motors de México, programa que pretendía, con el aval oficial del mismo Felipe Calderón, montar una planta en Zinapécuaro, en Michoacán. Salinas Pliego vendió más de 2,000 unidades, se ahorró los impuestos que tenía que pagar al fisco, y finalmente dejó colgados a los mismos propietarios de estas unidades. Otro fracaso.
Un proyecto más, que sin pena ni gloria desapareció fue el de Changan Automobile Co. con empresarios de Guadalajara. Iban a montar la primera agencia en Naucalpan. Todo se perdió, hasta la pequeña inversión del grupo mexicano en cuestión.
Geely tenía planes con el Grupo Gigante (luego que este vendió a Soriana sus tiendas) para la venta de estas unidades en territorio nacional. Y luego entró en contacto con Magna International de México por el cual iba a entrar al quite la misma Kathleen Ligocki, expresidenta de Ford México y empresaria de FAW con Salinas Pliego. Todo se ha quedado detenido.
Los chinos que pretendían plantas en México, todos, tenían en la cabeza la idea de exportar desde aquí autos a Estados Unidos. Ese era su sueño económico.
Yang Jian, periodista corresponsal de Automotive News en China, dice que China superó a Estados Unidos en la venta de automóviles. De los 11.6 millones de unidades que se comercializaron en el país asiático, el 52% proviene de firmas pequeñas de bajo costo en sus unidades (ver nota en alvolante.info sobre los autos más vendidos en China hasta septiembre).
Y se pregunta si algún día el mercado estadunidense se verá inundado de autos chinos. Añade que es un proceso que llevará algo de tiempo. Ha pasado otro año y los chinos no están en Estados Unidos aún.
Nosotros añadimos que se presentaron marcas chinas hace dos años en Detroit y su comercialización aún no es posible. Los márgenes de calidad dejan mucho que desear y el analista chino lo sabe.
Great Wall trabaja en Europa con dos vehículos híbridos y una camioneta pickup y ya han sido autorizados por la Comisión Europea para que se puedan comercializar en 2011 en el viejo continente y cumpliendo con todos los estándares de calidad y emisiones que exige esa zona.
El presidente de Great Wall, Wang Fengying, dijo que «la incursión de empresas chinas en Estados Unidos es un objetivo final y ello sucederá cuando hayamos cumplido con los estándares de calidad y bajas emisiones de CO2 que exige ese país».
Pero el objetivo no se borra de la visión de los empresarios automotrices chinos.