Desde que México, con Carlos Salinas, permitió en 1994 con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, la entrada libre de impuestos de automóviles usados provenientes de Estados Unidos, signó que el país se convirtiera en el basurero de Norteamérica. Vicente Fox y Felipe Calderón han signado decretos para que ocntinúe la importación de chatarra, para ganar votos y para permitirles a sus legisladores, tanto del PRI como del PAN, jugosos negocios con empresas localizadas en la franja fronteriza Norte.
La chatarra que deshecha Estados Unidos es comprada en México (Foto AMDA).
En México se ha hecho toda una cultura de la clase política corrupta, que en cada sexenio o periodo de elecciones, los diputados y senadores, sobre todo los que son electos en las entidades fronterizas de la zona Norte del país, ganan la confianza de sus votantes con permisos termporales para la importación de autos usados provenientes de Estados Unidos.
Este fenómeno se da incluso antes de 1994 cuando se firma un tratado con Estados Unidos y Canadá, TLCAN. Pero Canadá, nada tonto su negociador entonces, no incluyó en el acuerdo comercial la necesaria importación de autos usados provenientes de Estados Unidos. México sí, y el responsable de ello se llama Carlos Salinas De Gortari, presidente de la República, quien autorizó que sus negociadores, entre ellos Herminio Blanco, secretario de Comercio, permitieran tal estupidez. Gobernaba entonces el PRI.
Autorizada la entrada de chatarra estadunidense a México por la via legal, hoy en día hay más de 6 millones de autos usados manufacturados en Estados Unidos, por todo el país. Y ello por otra estupidez ahora del panista Vicente Fox. Y una más, otra estupidez, la de Felipe Calderón, también del PAN, permitiendo permisos temporales para la importación de más vehículos.
¿Dónde queda el compromiso de Calderón con la industria automotriz para incentivar sus ventas internas, pretendiendo fortalecer el mercado doméstico cuando se tolera la entrada indiscriminada de basura automotriz de Estados Unidos? Es obvio que el político se mueve en dos lenguajes verbales. Por un lado apoya que haya inversiones dando facilidades para el montaje de plantas automotrices en el país, y por el otro pretende beneficiarse del «voto popular» bajo la retórica de «permitir que la población de escasos recursos pueda contar con un vehículo automotor usado».
Esas unidades entran al país sin pasar por el control verificador que se le exige a todo automotor nuevo. Suena ridículo que se tenga más cuidado en la contaminación de un auto nuevo, que en lo que contamina un usado chatarra de Estados Unidos. Y no se verifica sino cuando es legalizado y con la sabida corrupción de los centros verificadores.
Diputados y senadores del norte del país son propietarios o socios de empresas importadoras. Ingresan diariamente hasta 1,000 unidades diarias por las aduanas, sin permisos de introducción y con la respectiva cuota en el puesto aduanero. Corrupción y más corrupción que daña al medio ambiente del país y al sector proeductivo de un millón de trabajadores de esa industria.
Ahora esos propietarios se empresas importadoras se amparan para seguir haciéndole daño al medio ambiente y a la economía del país. Lo que importa es que sus bolsas se llenen de dinero. Esa es la gente corrupta que legisla en las Cámaras de esta Nación.
Las asociaciones del ramo, AMIA y AMDA, llevan 20 años peleando contra esta situación. Pero su pelea es estéril porque nadie les hace caso. Pregonan en el aire, sin haber pasado al siguiente nivel que es demostrar la corrupción, atacar el problema de raíz. No quieren, no pueden, o ambas.