Hoy en México se celebra el 70 aniversario de la Expropiación Petrolera. Las empresas norteamericanas e inglesas, principalmente, deseaban en 1938 seguir controlando la extracción del recurso que le ha permitido a este país salir adelante, aún con la enorme, muy grande, corrupción que impera en la clase política mexicana, con sus muy contadas excepciones.
Fue el presidente Lázaro Cárdenas del Río quien se atrevió a enfrentar no sólo a las empresas extranjeras sino a los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra. Y pagó peso por peso el costo de esta decisión con la indemnización correspondiente.
Hoy, Felipe de Jesús Calderón, quien ha llegado a la presidencia de México cargado de una ilegitimidad probada a todas luces luego de un fraude electoral, representante del centro-derecha y de los intereses de los grupos monopolistas nacionales y con una clara dirección a apoyar toda inversión extranjera que llegue a México al precio que sea, pretende convencer a la población, mediante la alianza con los medios de comunicación masiva privados y a través de spots de radio y televisión, de que «el petróleo es nuestro pero hay que sacar del fondo del mar ese tesoro que servirá para el bienestar de todos los mexicanos».
Un mensaje tramposo cargado de mentiras. Se insinúa que es necesario rentarles a las empresas extranjeras la extracción en aguas profundas del Golfo de México lo que Pemex por su propio cargo no puede. Sépase que las empresas como Exxon-Mobil, Shell, Texaco y Repsol, también rentan este servicio a otros conglomerados mundiales. Brasil hace lo mismo con parte de su extracción profunda; la otra parte sí logra hacerla con sus recursos con base en investigación y desarrollo aquí negada a Pemex por el propio gobierno de derecha que creó las condiciones en 25 años para tratar de justificar su acción de intervención empresarial extranjera ahora.
Afortunadamente, habemos millones de mexicanos conscientes de la trampa que se nos ha tendido y que no vamos a permitir. Ni la transa disfrazada de necesidad por parte de la camarilla mafiosa en el poder, ni la presión del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, Estados Unidos y las empresas multinacionales.
Igual que como nuestros padres salieron a las calles para apoyar a Lázaro Cárdenas, conocido entre la gente del pueblo como el «Tata» (el padre), la actual generación de mexicanos luchadores, pensantes, con tal dignidad para enfrentar al corrupto secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y su rapaz protector, Felipe Calderón, tomaremos las calles otra vez como lo hicieron nuestros padres en 1938, hace 70 años.
E impulsaremos como entonces la participación de nuestros hijos, a quienes estamos dando una educación basada en la solidaridad con el país, su amor a México, su lucha para combatir la corrupción que corroe los huesos de la identidad nacional. Y la defensa del petróleo, que es nuestro, como nuestra será la extracción del recurso, se encuentre donde se encuentre, sin comprometer la soberanía del país, que muchos millones de muertos nos ha costado defender, enfrentando a nuestra gran amenaza del Norte, toda la vida, toda la sangre.
Unas preguntas al señor Calderón: ¿Dónde está su compromiso con el país? ¿Dónde está su dignidad? ¿Qué le dice a sus hijos sobre sus acciones políticas por ejemplo en materia petrolera? ¿Siempre ha sido un agachón?