La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, AMIA, con más de 40 años de existencia, acaba de decidir el pasado jueves 7 de febrero en su junta de consejo, expulsar de la agrupación a la firma automovilística Toyota Motor Sales de México. Este fue el último evento que presidió el titular de la organización gremial de las empresas, César Augusto Flores Esquivel (65 años), que ha sido sustituido por Eduardo Solís Sánchez en la presidencia.
¿Por qué echaron a Toyota del seno de la AMIA? Es una larga historia que pone en entredicho la institucionalidad de la AMIA y las estrategias agresivas de la marca nipona en el país.
«Estamos sorprendidos por esta acción» (yo te lo juro que yo no fui). Adolfo Hegewisch, director de Toyota Motor Sales de México.
La AMIA fue fundada por cinco marcas que trajeron plantas armadoras al país: Chrysler de México, Ford Motor Company, General Motors de México, Nissan Mexicana y Volkswagen de México. Desde hace más de 40 años esta agrupación ha venido funcionando con el voto de los socios fundadores para cumplir con sus tareas de relación con el gobierno, la relación de las mismas armadoras, etc.
Presidentes de la AMIA como Carlos Bandala, a la postre director de relaciones públicas de Ford en México y luego terminando su carrera en la Aduana de Pantaco, o César Flores, quien después abandonó a la asociación para dirigir otro organismo que agrupa a los fabricantes de equipo pesado, la ANPACT, y luego volver a la AMIA para un periplo de 25 años más o menos y ahora expulsado de la agrupación por el voto mayoriteado, se dedicará a ser consultor, han dedicado gran parte de su vida a poner de acuerdo intereses tan diversos como los que tienen los fabricantes japoneses, alemanes o norteamericanos.
Directores de relaciones públicas que se convirtieron en constantes y afanosos cabilderos para evitar la llegada de Toyota a México, terminaron por aceptar su presencia en el país y… (gulp) su entrada como socio a la agrupación AMIA hace cinco años.
Allí comenzaron los estires y aflojes de la AMIA. Que si no se ponían de acuerdo para la participación masiva o no en la entonces Autoexpo Mundial organizada por el promotor norteamericano William Meyer; que si la petición al gobierno de Vicente Fox se hacía en un sentido, que si se hacía en otro. La férrea posición de empresas como Volkswagen de México hacían eco en las demás y General Motors tampoco cedía ante nada. Un verdadero martirio para quien dirigiera a la agrupación.
Toyota, a decir de dos de los consejeros que ahora opinan para alvolante.info comenzó a adoptar una posición beligerante hacia el bloque de los socios fundadores. Pretendió romper con la hegemonía del eje Chrysler-Ford-GM-Nissan-VW e incitó a la conformación inclusive de otra asociación que fuera más democrática y donde el voto por voto fuera igual para todos.
Las cinco grandes de México no iban a tolerar que «el vecino incómodo» representado por Toyota, viniera a decirles cómo hacer las cosas.
El choque de trenes, como se dice políticamente, era previsible. El Grupo de los Cinco (los fundadores pues) contra Toyota y posibles seguidores.
Vinieron las votaciones para analizar la posición sectorial por el Decreto Fox de 2005 que adelanta cuatro años la importación de chatarra automotriz proveniente de EU, otra fue la tarea de decidir si AMIA apoyaba o no la colocación de los chips de seguridad desde las propias armadoras (o importadoras) o que lo hiciera el gobierno, que al fin esa es tarea de un registro de vehículos serio y profesional.
Las discusiones subieron de tono. El Grupo de los Cinco se armó con sus mejores elementos humanos que defendieran en el consejo de la AMIA sus posiciones. Toyota no se quedó cruzada de brazos. Llamó a sus filas a aquellas personas con experiencia en este tipo de lides y que fortaleciera su posición ante el pragmatismo de los fundadores de la asociación.
El jueves 7 de febrero el Grupo de los Cinco presentó un punto a la orden del día que tenía que ver con la elección de presidente ejecutivo de la agrupación. Era el adiós a César Flores luego de lo que ellos consideraban «una serie de tropiezos» (falta de representatividad gremial ante las autoridades en temas tan delicados como el de la importación de autos usados que le ha costado a la industria la pérdida de más de un millón de ventas, el asunto del chip que primero no lo iban a instalar las armadoras y luego que sí, el asunto del salón del automóvil que tuvo varios tropiezos en varios años y donde no se logró el concenso…).
Una penúltima conferencia de prensa del señor Flores tuvo que ver con la queja ante los medios de que Felipe de Jesús Calderón no los acogía. Dijeron, en mesa de presidium cupular con la presencia de los presidentes de las asociaciones afines, que estaban buscando que Los Pinos los recibiera para manifestarle la preocupación por la entrada indiscriminada de tanta basura llamada automóvil proveniente del Norte.
Pero la búsqueda de Calderón no tenía semanas, como dijo Flores, sino meses.
El asunto es que por votación unánime el jueves 7 de febrero se designó a Eduardo Solís Sánchez (entre 45 y 50 años) como nuevo presidente ejecutivo de la AMIA. Es economista de la Universidad de Nuevo León y egresado también de otra institución norteamericana.
Pero «sorpresivamente» (para Toyota, dice en entrevista con algunos medios Adolfo Hegewisch, su director) también se pone a votación la exclusión de esa marca de la AMIA. Unanimemente el Grupo de los Cinco vota su salida.
El mismo jueves 7 de febrero César Flores convoca a conferencia de prensa para el lunes 11 de febrero. Anuncia su adiós pero también el de Toyota.
— ¿Hay alguna vinculación entre el adiós de César Flores con el de Toyota?
— Para nada –refieren las fuentes consultadas por alvolante.info–. La salida de Flores era inminente. Pero la de Toyota también. El grupo fundador ya no podía seguir adelante con las posiciones antagónicas del representante de ellos. Así que decidimos sacar a Flores pero de una vez también a Toyota.
— ¿Qué hay de que Toyota trató de armar una asociación paralela? ¿Existió esa posibilidad?
— Por supuesto. Fue parte de su salida. En ninguna asociación de cualquier ramo se puede tolerar que uno de los asociados te esté traicionando ni amenazando con la creación de otra asociación.
Renuentes a hablar («me va a costar la chamba si dices mi nombre»), los entrevistados dejan entrever que Toyota era además un fuerte enemigo en el seno de la AMIA.
Veamos las ventas de enero de este año de las tres empresas norteamericanas y veamos también por qué Toyota se ha convertido en la amenaza de las marcas tradicionales, al analizar su comportamiento junto con las ventas de las otras empresas japonesas.
Ventas de GM 20,487 unidades en enero contra 21,636 de enero de 2007, caída del 5.3%. Ford 11,535 (contra 15,132) bajón del 23.8% y Chrysler 10,786 (9,933) subida del 8.6% según datos de AMIA. Las dos que perdieron, esto es GM y Ford, dejaron de vender juntas 3,919 unidades el pasado mes de enero.
Ventas de Nissan 20,831 (19,261) creció 8.2% en enero. Toyota 5,690 (4,357) subió 30.6% y Honda 5,128 (4,112) ascendió 24.7%. Las tres japonesas vendieron 3,919 unidades más (las que perdieron las tres norteamericanas). Toyota no vende la misma cantidad de autos que sus competidores, pero en cinco años se ha posicionado en el sexto lugar de ventas y este año alcanzará las 73,000 unidades. ¿Dónde estará en cinco años cuando, por ejemplo, a Chrysler le ha llevado más de 70 estar en el quinto lugar (aunque llegó a ser líder en los años 70)?
El Grupo de los Cinco dentro de AMIA –aclarando que este nombre no existe entre ellos sino que se usa figuradamente para darle claridad al caso– vendíó en enero pasado 74,921 de los 96,844 que comercializaron las 29 marcas registradas en la AMIA. Toyota vendió en enero sólo 5,690. ¿Está solo en esta lucha por el voto igualitario dentro de la AMIA cuando a muchas marcas se les niega el derecho a voto por el bajo volumen que comercializan?
¿Es injusto que la AMIA haya despedido a Toyota de la mesa del consejo? ¿Votas y te vas cuando ni siquiera tienes derecho al voto?
Ese es el asunto, que hay marcas que no tienen derecho al voto dentro de la AMIA, sólo a voz. Y los consejeros hay que representan a más de una marca (ejemplo el Grupo Ford tiene a las marcas Ford, Lincoln, Mercury, Volvo, Jaguar y Land Rover; Grupo Chrysler tiene a Mitsubishi; Volkswagen a SEAT, Audi y Porsche). No todos votan. ¿Por qué? De las 96,844 unidades que vendió toda la industria en enero pasado, sólo 11,105, digamos un 10%, son vendidas por 22 marcas fuera de las siete que tienen plantas armadoras en México.
AMIA considera que el reparto del voto se hace de acuerdo a la importancia y no a la proporcionalidad de las marcas. Las que llegaron hace más de 50 años a México, tienen varias plantas y generan el gran empleo en México, tienen voz y voto. Las otras no.
Este esquema del voto en los estatutos de la AMIA es el que ha generado este «estoy en contra» de Toyota.
¿En qué acabará? ¿Toyota se saldrá con la suya y luchará por la creación de otra asociación diferente a la AMIA? ¿Eduardo Solís, el nuevo presidente, tendrá la capacidad de volver a unir a este sector dividido en dos bandos desiguales? ¿Y qué cuando Toyota sea igual de «grande» que los otros cinco, entonces será bienvenido? ¿Antes no?
Claro, son más preguntas que respuestas, como siempre.