¡Ni para festejar el Bicentenario! Las ventas de automóviles y camionetas ligeras en México crecieron en abril casi 18% pero su rezago contra los mejores años es del 28% ante un mercado que demanda Tsurus, Jettas, Chevys, Sentras, camioncitos Nissan, Boras y Aveos, pero cuyo poder adquisitivo de la población no se ha mejorado sustancialmente.
Incipiente mercado mexicano (Foto archivo).
La soñadora reunión mensual AMDA-AMIA trata de poner las cifras en su lugar ante una prensa cada vez más exigente de objetividad y no de una vieja cultura del maquilleo estadístico o de la “retórica automotriz”. Dicen los ejecutivos del sector que en abril las ventas subieron 17.6% y que todos los segmentos (subcompactos, compactos, de lujo, deportivos, utilitarios) registraron ascensos en sus facturaciones con 60,432 unidades.
Luis Gómez, presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) y Eduardo Solís, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), hablan del punto de inflexión para el crecimiento del sector. De enero a abril han sido cuatro meses con el raquítico ascenso del 1%, ridículo si se le compara con los avances en países donde la incertidumbre financiera europea aún da golpes (Alemania, Francia, España, Inglaterra) pero que crecen más que el reumático mercado mexicano.
¿Qué sector aguanta con el crecimiento cuatrimestral del 1%? Y peor aún ¿qué agencia automotriz aguanta en sus finanzas con un retroceso del 30% del año pasado? (Ese 30% es resultado del análisis de ventas de sólo siete armadoras que representan más del 90% del mercado nacional).
Atrás quedó el rotundo y vergonzoso fracaso del Plan de Chatarrización en el que gobierno y sector automotriz no fueron capaces de confeccionar un programa de incentivos viables para recomponer a esta industria. Estrategia fallida en la que por cierto no hubo culpables o responsables que dieran la cara y que resultaran por lo menos señalados como tales. Sin embargo se fueron al caño $250 millones de pesos porque no se alcanzaron los resultados de venta de por lo menos 33,000 unidades como se esperaba. Quizá sin el maquillaje de las cifras oficiales unos 5,000 automóviles nuevos fueron vendidos a través del programa cuyo burocrático nombre ya no se recuerda (¿PRODIAT?). La cifra real a lo mejor nunca se conocerá.
Es Eduardo Solís quien habla de “no echar las campanas al vuelo” pues la industria tiene aún un rezago del 28% en su comercialización si se le compara con las ventas que la industria tenía en 2008, antes del crack financiero norteamericano que derivó en la cuasi quiebra de General Motors (rescatada por el gobierno de Barack Obama) y la alianza aventurera de Chrysler con la italiana FIAT que tampoco salva aún al barco del naufragio, dada la crisis interna de sus finanzas y un entorno nacional italiano también complejo, sin hablar del político que ya es de sí.
¿Entonces? ¿Cómo hacen frente a un mercado sin crecer? Hace meses, es más años, AMDA-AMIA buscan reunirse con Felipe Calderón, quien en sus primeros asomos se autonombró como el “presidente de la industria automotriz”, para exponerle la necesidad de instrumentar un plan de incentivos al consumo, que la gente compre auto nuevo. Sin reunión de por medio, el gobierno calderónico mejor se ha dedicado a promover políticamente planes temporales para la importación de unidades usadas, abriendo poco y mucho válvulas de legalización de los llamados “autos chocolate”, Pero de incentivar la compra de unidades nuevas –sobre todo las hechas en México–, nada.
Es así como la industria se da a la tarea de apretar las tuercas del mecanismo legislativo para conformar la “Comisión de la Industria Automotriz” en manos de un diputado que presume de contar con 20 legisladores más en su diseño. ¿Qué se ha obtenido con esta super comisión? Sólo que se añada un cubierto más en los encuentros gobierno-industria en la Secretaría de Economía.