Cuando Felipe de Jesús Calderón Hinojosa le apostó todo, sin tener nada, a candidatearse por su partido para ser el elegido para competir contra Andrés Manuel López Obrador, Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México y uno de los más ricos del mundo, le apostó dinero a las dos campañas. El IFE, controlado por uno de los amigos de Calderón, Luis Ugarte, le dio el triunfo al michoacano y no al tabasqueño. Slim ganó de cualquier modo porque jugó a dos cartas.
Hace unos días, Calderón decía que no se valían expresiones de catastrofismo en el análisis de la vida nacional, calificando de extremismo a esas declaraciones (¿declaraciones alusivas o que tienen que ver con lo que dijo el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortíz, en el sentido de que México había ingresado a la recesión desde el año pasado?). Ayer, Carlos Slim, presidente de la empresa Teléfonos de México, y uno de los hombres más ricos del mundo, dijo que el comercio internacional se va a caer, se va a caer el empleo en México, van a cerrar empresas, chicas, medianas y grandes y habrá una gran cantidad de inmuebles vacíos. «No quiero ser catastrofista pero hay que prepararse para ello y no estar llorando, después», pronosticó.
¿Slim le envió a Calderón un mensaje? ¿Lo ha visto llorar en sus encerronas en Los Pinos después de la comida?
El secretario del Trabajo, Javier Lozano, le reviró en una entrevista televisiva hoy, diciendo que no hay que ser tan negativo. «Ese modelo que Slim hoy critica es el que le permitió ser el segundo hombre más rico del mundo. Lo que no oí es qué es lo que propone».
Este encontronazo puede ser previsible o no. El gobierno en el poder que llegó ahí con el apoyo económico de los 20 más encumbrados empresarios de este país, da visos, hace muecas como para tratar de controlar a Slim en su despiadado control de la telefonía en el país y que ahora quiere entrar de lleno al negocio de la televisión. El gobierno no sabe qué hacer, con quién quedar bien. O tratar de hacer un buen gobierno, lo que le es imposible por el control brutal que ejercen los 20 encumbrados sobre él.
No se va a poder. Pero en esta vorágine de cambios económicos, de noticias malas todos los días, un gobierno debilitado no sabe qué camino tomar. Y tiene enfrente a las elecciones intermedias donde sabe que va a perder.
Pero es una verdad que el señor Slim es un monopolista. Y con esto está respondiéndole a Los Pinos.
Como Calderón extendió la mano para que Slim le diera dinero para su campaña. «¿Cómo te atreves ahora a pretender regularme?», exclama Slim. «Ni te atrevas, chaparrito».
¿Usted, a quién le va?