Juanita tiene 37 años, es de tez morena. Diario se planta en la colonia Polanco para vender sus periódicos allí por Horacio y Arquímedes. Hoy pasé por allí y le pregunté: ¿Cuántos periódicos vendía al día el año pasado y cuántos ahora? Me mira como diciéndome: «¿Va a comprar o no?» Pero no dice eso: «Uy, antes vendía 30 al día, ahora nomás 15». No cabe duda, la globalización de la pobreza, como dice en su título Michel Chossudovsky, llegó hasta a los periódicos… y sus vendedoras.
A Juanita no le interesa saber si Carlos Slim le va a hacer la competencia desleal a Emilio «el niño» Azcárraga, o si Gutiérrez Vivó no paga sus impuestos, ni a sus trabajadores por no sacrificar ninguno de sus más de 20 autos de colección, lo que quiere es volver a vender sus 30 «Reformas» como el año pasado. Pero ya ni los niños bien de la prensa derechista y super conservadora le compran los ejemplares.
— Ahora los limpiaparabrisas ganan más que yo. Y eso que hago mi chamba con toda puntualidad. De 7 a 1 si terminó de vender todo. Si no, hasta las tres o cuatro voy comiendo. Ahí un tamalito con atole en la mañana y pues ahora nadamás «sangüis» con jamón y un refresco. No alcanza para más.
Estas no son las crisis de Felipe Calderón que termina de trabajar a las cinco de la tarde para darse sus encerrones con sus cuates y decir salud. No. A Juanita le preocupa qué va a pasar cuando ya no venda ni los 15 periódicos.
— Me van a comenzar a presionar en el periódico por vender tan poco. Y a lo mejor me quitan el trabajo o simplemente me dejan de dar ejemplares.
Es la crisis del pueblo, del que creía en un cambio y este no llegó. Lo que sí, fue una tremenda recesión que tiene al mundo al borde del precipicio. Mientras ella se pregunta: «¿Qué hicimos mal si yo me paro todos los días temprano a trabajar?»