Medio ambiente y tecnología, incógnitas en Frankfurt

La parafernalia de la industria automotriz europea por mostrar lo mejor de sí misma comienza. Es uno de los tres más grandes salones del automóvil en el mundo junto con Detroit y Ginebra. Es Frankfurt y allí habrán de descubrirse del 13 al 23 de septiembre los verdaderos sentimientos del sector de la automoción.

Focus

El Ford Focus que usted manejará en año y medio, ya se presentó en Frankfurt.

Si hay un interés por regresarle al medio ambiente la limpieza que durante más de un siglo le debe la industria en general, o si el paliativo ecologico es aprovechado por la mercadotecnia para acarrear más compras a un deprimido sector que busca las glorias de los 90 y que no ha encontrado, ello se verá en la 62 edición del Salón de Frankfurt en Alemania, que ayer abrio sus puertas a la prensa internacional cuantificada en más de 8,000 reporteros.

Frankfurt exhibe en su salón más de 50 prototipos y lanzamientos mundiales, lo que tiene contenta a la prensa de la mercadotecnia. Pero pululan por allí algunos analistas que esperan pronunciamientos importantes de los capitanes de la industria, los directores o CEO´s, como se les conoce ahora, en materia trascendente como la ecología y la tecnología al servicio de un mundo limpio de impurezas.

Angela Merkel, la canciller alemana, les ha dicho en su idioma a Audi, BMW, Mercedes y VW que necesitan hacer y mucho por bajar las emisiones de bióxido de carbono a 126 partes por millón. El sector se queja: «No podemos, necesitamos tiempo, ayúdennos ustedes, la gente del gobierno». Pero la feroz Merkel les ha dicho que tuvieron tiempo para prepararse y ya no hay vuelta de hoja. O cambian, o cierran. Así de complicado.

Mixim

Mixim, el prototipo eléctrico de Nissan en Frankfurt.

Y qué decir de Baby Bush en Estados Unidos, al comenzar a reconocer que el grado de contaminación del medio ambiente es generado por los automóviles. Apenas, después de 100 años de retraso. Parece que quiere cambiar, pero claro, sólo por el proceso electoral que se avecina en ese país, el mayor contaminador del mundo.

En efecto, un automóvil es capaz de consumir más oxígeno que un ser humano. En cuestión de minutos, en un cuarto cerrado, un auto en marcha se acaba el aire. A cambio regresa grandes cantidades de ce-o-dos (bióxido de carbono).

Un auto sólo aprovecha el 25% de la energía que crea. El resto no se muere, simplemente se transforma.. en grandes huracanes por el mundo, por ejemplo.

La industria automotriz no ha sido capaz de mejorar sus condiciones de alta contaminación. Al contrario, las ha empeorado al usar a la mercadotecnia como ciencia y no como herramienta funcional de ventas.

El consumismo voraz de automóviles ha generado para la publicidad la «necesidad» de crear autos cada vez más potentes, más grandes y sofisticados, y más contaminantes.

Y nadie es feliz con la mejor máquina. Se necesita más. ¿Qué tal 600 caballos para ser feliz?

La otra realidad le da la vuelta a la industria. Un mundo contaminado en el que hay que trabajar.

¿Qué es Frankfurt si no un espacio de las vanidades industriales? Bueno, pues es tiempo de rectificar, aunque un tiempo demasiado tarde.

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