Amigos de V.A.M: Un baño de nacionalismo (que falta que nos hace)

Allí estaban fuera del restaurante de Valle Dorado, en Tlalnepantla, algunos autos Rambler American, Javelin y una guayín American, entre otros. Y allí estaban grandes amigos de Vehículos Automotores Mexicanos (VAM) con 60 personas, la mayoría de ellos ya con canas. Corrieron los recuerdos, las anécdotas y el sueño posible de una gran marca en México.

Amigos del Club Rambler llevaron sus autos. Aquí un American (Fotos Al Volante).

Don Roberto Rojas, quien sustituyó a don Gabriel Fernández Sáyago en la dirección general de VAM, fue de los más saludados. Rojas guarda un cúmulo de vivencias y experiencias de cómo hacer autos en México, cómo enfrentar en ese entonces, 1980, las vicisitudes de una empresa que, cuando la primera crisis, tuvo que lidiar con los pedidos a American Motors ya en problemas.

Jorge Mota Masutti era director de manufactura. Y nos narra cosas que no se conocían. Como que el primer Datsun que se fabricó en México fue en Poniente 150, en las instalaciones de VAM donde se hizo el primer prototipo. O que lo mismo les llegaron proyectos rusos que un Aston Martin… ¿Usted sabía eso? Nosotros tampoco. Por tanto, el banco de información era enorme en la concentración de los Amigos de VAM.

El Rambler American, de los más vendidos en los años 77-80.

El grupo fue numeroso el pasado 24 de mayo. El charloteo sonaba en todo el salón. La gente de ventas se sentaba en un lado, los de mercadotecnia y publicidad en otro. Acá el recuerdo del gran Miguel Ángel González de Burgos por parte de Amado López y Salvador Flores, todavía vigente este en la industria automotriz pero ahora con los camiones pesados.

Adolfo Vera era un mar de entusiasmo. Departía con todas las mesas y fue de los últimos en irse. Hace una reseña: «Todos somos familia. V.A.M. era una gran familia. Y cuenta los vericuetos de la venta como gerente de ventas y luego director comercial.

¿Se acuerda usted de los Javelin?

Miguel Toral amplía el grupo en una mesa de anécdotas y entusiasmo. «Venir a estos encuentros le devuelve a uno la vida», comenta. La gente de Ingeniería se reúne con él. Recuerdan cuando había que hacer un auto diferente para cada ejecutivo. Y cuando uno debía hacer un auto sencillo para que el jefe no se molestara, resulta que con tanto equipamiento eran de los autos más lujosos. Vienen las risas.

Renato Romero, director de administración y finanzas no pierde el buen humor con el grupo con el que convive. Pedro Contreras reúne a los gerentes de zona, sus compañeros de aventuras y desventuras cuando había que vender aún con la fuerte competencia de las que dominaban el mercado, Chrysler, GM y Ford.

Grandes amigos de V.A.M.

Héctor Gomar, gerente regional, se para de su lugar y viene a ver a sus compas los de ventas. Las risas son constantes, hay gritos de entusiasmo. «No, eso no fue en 1979 sino hasta el 81», corrigen sobre alguna anécdota. Abel Ayala les llega a saludar. Rodolfo Morales también quiere salir en la foto. Nelly Lozano, de publicidad, se acerca a ellos.

Gilberto Miranda, gerente de manufactura, nos plantea los retos que a diario se vivían. «No había refacciones a tiempo, había que innovar, había que hacer que la planta caminara». Aquellos no eran los tiempos del just in time ni del cero defectos, aunque la planta de VAM logró ganarles en calidad de manufactura a Ford y a Chrysler, ahí nada más para el recuerdo.

40 años de recuerdos….

Haber asistido al sexto encuentro de los amigos de V. A. M. el pasado 24 de mayo (curiosamente día del cumpleaños de Miguel Ángel González de Burgos), con 60 personas que trabajaron en Vehículos Automotores Mexicanos, la única empresa mexicana que hemos tenido en la industria automotriz, fue todo un honor. Fue un baño de nacionalismo, un baño de limpieza. Limpieza del alma, limpieza de conocimiento sobre lo que 800 grandes hombres hicieron en la industria automotriz desde 1960, comenzando por don Gabriel Fernández Sáyago (me pongo de pie), a quien tuve la oportunidad de conocer y entrevistar dos veces.

Y digo limpieza porque, platicando con más de nueve personas, o quizá más, me doy cuenta de que en México se podría volver a dar el sueño posible de V. A. M., volver a hacer autos de calidad en México bajo un concepto de “sí se puede”.

Rogelio Verduzco (compras), el hacedor de todo esto.

Y si todavía no me doy a explicar suficientemente, les puedo decir que en el Encuentro de V.A.M, he confirmado que un puñado de ingenieros mexicanos hicieron realidad la fabricación de calidad de vehículos Rambler y Jeep en México.

Ejemplos de lo que digo: ¿Sabía usted que V.A.M. le ganó a General Motors, Ford y Chysler el primer lugar de calidad de producción por tres años consecutivos en la época de los 70 cuando se denostaba a las empresas paraestatales en México?

Integrantes del Club Rambler y Amado López.

¿O sabía que el primer Datsun Bluebird de la actual Nissan se produjo como auto de prueba en la planta de V.A.M. en la colonia Industrial Vallejo del Distrito Federal?

¿O sabía que V.A.M.  también produjo los autos Jaguar, o Aston Martin, o Peugeot, o autos Alfa-Romeo y aún moticicletas italianas y autos Skoda de Rusia? Por cierto, estos últimos, como vehículos prototipo.

Fotografiando los recuerdos…

Eso era V.A.M., una empresa que podía hacer todo lo que se necesitaba en la industria automotriz en México. Esto en el año de 1970 y en 1984 se pierde la negociación con American Motors y Renault por problemas económicos de las dos empresas.

Allí saludamos a don Roberto Rojas, director general de V.A.M., Jorge Mota Masutti, director de manufactura, Adolfo Vera, director comercial y a muchos más.

Con Jorge Mota Masutti, los amigos de V.A.M.

Eso, amigos del volante, habla de la importancia que tenía Vehículos Automotores Mexicanos, Rambler, en México.

Jesús Mondragón, quien trabajó en VAM en ingeniería del producto, vino desde Ciudad Victoria, Tamaulipas a convivir con sus compañeros.

Salvador Flores y Amado López, de publicidad.

Desde Monterrey Antonio Fraustro, también de manufactura, viajó a México, D. F. para compartir este sexto encuentro. Y ya arman el séptimo para noviembre, según nos informó Rogelio Verduzco.

Y quien iba pensar que iba a ser una mujer la que les dijera a los de Ingeniería qué colores de vestiduras se debían implementar. Y quien iba a pensar que allí también en la Industrial Vallejo, naciente zona que llegó a ser la primera zona industrial del País, se producirían los tractocamiones Autocar.

«¿Te acuerdas cuando sacamos la primera Gremlin?»

Jorge Eugenio Paquentín, de compras, ha hecho su arribo. Lo reciben con muestras de alegría y simpatía. De dan fuertes los abrazos. Algunos ya llegaron con bastones, otros lucen domingueros y el grupo de señoras consume ya su café y siguen las charlas y anécdotas de una trayectoria de más de 40 años.

Y comienzan a repartir las postales de un Rambler 1902. «¿Qué motor traia este coche?» pregunta uno. Y comienzan los comentarios. Y se hace de esa pregunta un rosario de recuerdos. Y están las risas, y la bonhomía de los amigos se hacen notar.

Jorge Mota Masutti, gran directivo.

Lo digo con todo respeto y admiración: No había encontrado un grupo tan entusiasta de gente que luchó y soñó por un gran sueño posible, como decía el locutor Jorge Labardini en la televisión refiriéndose a V.A.M.

Y ya entrados en los anuncios de TV que se exhibieron en una pantalla durante el evento, material que consiguió Amado López, se recuerda aquel lema «Cuando no se es una empresa famosa se tienen que hacer mejores automóviles», también con la voz de Labardini (gran amigo por cierto de mi padre Octavio Roy que también fue locutor de radio y del grupo de fundadores del Club RODA).

Adolfo Vera y sus inseparables compañeros.

César Roy Ocotla con don Roberto Rojas, director de VAM.

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