«¿Y por qué no mejor se van a Brasil?»

Esta no es la respuesta de una madre ofuscada por el hartazgo. Es ni más ni menos la posición que asumió la subsecretaria de industria y comercio de la Secretaría de Economía, Lorenza Martínez, quien así contestó a los representantes de la industria automotriz mexicana quienes la visitaron para tratar de convencerla de flexibilizar el Plan de Renovación Vehicular cuyo simil brasileño ha sido todo un éxito.

ECONOMIALos representantes de la industria automotriz presentaban a la funcionaria el panorama internacional de los apoyos gubernamentales a los programas de ventas de autos. El éxito que habían tenido por ejemplo en Estados Unidos con el denominado «Cash for Clunkers» (Dinero por Chatarra) por el cual se vendieron más de 700,000 unidades, el Plan 2000 E de España que arrojó 200,000 ventas y que todavía sigue vigente, y aún el programa brasileño.

Allí se detuvieron quienes hablaban con la subsecretaria de industria y comercio de la máxima oficina económica del País, pidiéndole promover sus ventas de autos para evitar más paros parciales de la producción automotriz en cuatro estados de la república. Fue entonces que hablaron de la nación sudamericana, de cómo había pasado de los números rojos y el desempleo a un crecimiento del Producto Interno Bruto, del crecimiento de las clases medias y la disminución de la pobreza y el desempleo.

En eso estaban cuando la flamante funcionaria golpeaba el bolígrafo contra su libreta de apuntes, arqueaba la ceja en una muestra de franca desesperación por el relicario de expresiones a favor del país sudamericano, cuando de pronto los detuvo en seco y les dijo: «Si la situación es tan buena, ¿por qué mejor no se van a Brasil?».

Los interlocutores se quedaron boquiabiertos. Se miraron unos a los otros y no daban crédito a lo que acababan de escuchar: La funcionaria número dos detrás del secretario Ruiz Mateos invitándolos a que dejaran su esfuerzo, sus ganas por invertir en México y se fueran a la nación que tanto alababan. Sabían se trataba de una respuesta fuera de cabales.

Cuando terminó la junta, los representantes del sector salían desairados, malhumorados los unos y de plano sarcásticamente sonrientes los otros al no dar crédito a lo que habían escuchado de Lorenza Martínez. Se reían de nervios, pero también de incredulidad. Alguno de rabia por la estupidez escuchada.

Eran los días previos al Foro AMDA donde los mismos interlocutores volverían a tomar la palestra para seguir pidiendo comprensión y cause a su demanda que se ha convertido en vieja y obsecada declaración desde hace más de un año en que la crisis económica de México ha terminado con 100,000 empleos directos en la industria automotriz, de noviembre de 2008 a septiembre de 2009.

Y el foro de los armadores y distribuidores de automóviles sirvió para que esa anécdota resonara en uno y otro de los encuentros de los congresistas allí reunidos. Hasta llegar a los oídos de la prensa, de nosotros los reporteros.

¿Qué decir del Brasil manoseado por la funcionaria en referencia?

Brasil se ha convertido en protagonista emergente –papel que México ha dejado pasar por sus erróneas políticas en materia industrial como la petrolera, automotriz y en general–, no sólo por el alza en los precios de sus materias primas como petróleo, oro, plata, sino por el seguimiento a una política cada vez más alejada de los dictados del Fondo Monetario Internacional y por seguir, con Luis Ignacio Lula Da Silva, los dictados de una sociedad urgida de apoyo a su planta productiva y a sus trabajadores.

La revaluación del real brasileño en 36%, moneda fuerte ante el dólar, aparentemente la pone en una dificultad en los precios de sus productos de exportación como los automóviles, pero en realidad le merece el respeto del mundo occidental. Su multilateralismo le ha traído beneficios económicos al diversificar sus exportaciones a todo el mundo, incluida China.

Lula Da Silva es un líder en muchos sentidos. Desde su labor progresista en el sindicalismo brasileño, el fortalecimiento del Partido de los Trabajadores, hasta sus acciones diplomáticas hacia todos los lados, llenas de su pragmatismo pero una calidez y sencillez que le han hecho ganarse adeptos, hasta la declaración de Barack Obama, quien dijo de él: «Este tipo me cae bien. Es un gran presidente. Es un gran líder».

Huelga hablar de su papel en el llamado BRIC (Brasil, Rusia, India, China). Su armoniosa relación con los presidentes sudamericanos, desde Hugo Chávez hasta el padre peregrino paraguayo. Todo bien en la balanza.

Sólo falta que la subsecretaria le diga a este tundeteclas: «¿Y por qué usted también no se va a Brasil si tan bien habla de él?».


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