Mientras una decena de dueños de agencias Chrysler y General Motors buscan a los diputados para que los apoyen en su esfuerzo por no cerrar sus negocios, los legisladores en Estados Unidos ponen en tela de juicio el plan de rescate automotriz del presidente Barack Obama.
El reciente anuncio de General Motors sobre una pérdida neta de $1,200 millones de dólares en el tercer trimestre del año, movió a los diputados republicanos y al propio senador por Arizona, John McCain, a preguntarse ¿no es esto el signo de un fracaso de la política de rescate del sector automovilístico norteamericano del presidente Obama? Como respuesta, Gary Peters, demócrata por Michigan le dio una lista de expertos de la industria que han dicho que el rescate de Obama fue la mejor receta para salvar cientos de miles de empleos.
Otros escépticos republicanos ponen en duda el plan de Sergio Marchione, consejero delegado de Chrysler LLC, y presidente de la FIAT, para salvar a Chrysler. Y preguntan: ¿Qué no ha quedado claro que el destino de la Chrysler está dirigido hacia la desaparición de esta firma? Voces de demócratas les respondieron que si el espíritu de salvar a esa industria estuviera en manos de los republicanos, el sector ya hubiera desaparecido.
McCain, en nota del Automotive News, alegó que los expertos debieran dar una opinión objetiva del futuro de GM y de Chrysler. Y fue cuando Peters le nombró a una decena de ellos, añadiendo que estaban a favor de sacar adelante a las empresas automotrices.
Michael Steele, del comité nacional republicano, dijo que las malas noticias de GM recientemente anunciadas, son un claro ejemplo del fracaso del plan de rescate del presidente Obama.
Por otro lado, han habido varias decenas de quejas de dueños de agencias, tanto de Chrysler como de GM (sus marcas pues como Chevrolet, Buick, Cadillac, GMC y aún de Pontiac aunque esta ya sale del mercado en Estados Unidos, Canadáy en México), sobre la forma en que los directivos de ambas pretenden cerrar cientos de puntos de venta. Desde el hecho de dejar de ser concesionarios para hacerse franquiciatarios, hasta aquel de que si no cumplen con una cuota determinada de ventas, no pueden seguir recibiendo los derechos de las marcas y continuar operando bajo el paraguas de las mismas.
Este asunto ha sido tomado por varios legisladores que se han abocado a defender los derechos de esos distribuidores que por años, unos por más de medio siglo, le han servido a la marca y ahora, con un puntapié son rechazados por las mismas armadoras.
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