Crisis automotriz obligará a EU reducir su producción

Las ventas de automóviles y camionetas ligeras en Estados Unidos bajaron en el lapso de enero a julio en 3.2%, siendo las más golpeadas las operaciones de los distribuidores Ford y Lincoln, Chevrolet y Pontiac así como Dodge y Chrysler.

 Toyota Fine-S

Grandes retos para la industria. Toyota Fine-S con celdas de hidrógeno.

Con esto los pronósticos para fines de año difícilmente superarán las 16 millones de ventas.

Los ajustes productivos que han realizado GM, Ford y Chrysler desde los últimos 18 meses al operar sus planes de reestructuración, han dejado en la calle a 80,000 trabajadores, lo que afecta a medio millón de personas sobre todo en el estado de Michigan, ciudad que registra un alto grado de migración hacia otras entidades de la Unión Americana.

Esta es la verdadera crisis automovilística de Estados Unidos.

Expertos entrevistados por «Financial Times» opinan que en septiembre arrancará un segundo apretón productivo en las plantas armadoras tradicionales.

No dan cifras pero calcule usted una baja de entre 200 y 400 mil unidades.

Las tres grandes de Norteamérica (GM, Ford y Chrysler) piensan ajustar su producción no sólo en Estados Unidos, sino también en Canadá y México, ya que este mercado es visto como uno sólo dentro del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte).

Los norteamericanos están decidiendo dejar su auto en la cochera y transportarse en el colectivo eléctrico, ante los altos precios de los combustibles y la creciente concientización sobre el calentamiento global producido por los vehículos automotores y el indiscriminado consumo de gasolina que requieren los grandes automóviles como Cadillac, Chrysler 300 C y Ford Taurus, por poner un ejemplo.

Al olvidarse del automóvil también se olvidan de comprar un vehículo nuevo. O bien, si no pueden prescindir de él, piensan cambiarlo por uno más compacto y ligero. La gran demanda del Nissan Versa y los Hyundai es imparable.

Los altos intereses hipotecarios han hecho que los norteamericanos cierren la cartera y piensan dos veces para hacerse de un bien como un nuevo auto.

Otra gran derrama para la industria automotriz lo representaba el constante cambio de unidades de las casas de renta de coches. Este mercado ha bajado porque los consumidores ya no quieren consumir combustible. Ya no rentan coches o rentan menos.

Esta situación les ha enseñado a las tres marcas norteamericanas que tienen que actuar con cautela cuando proyectan el volumen de producción de determinado vehículo. Al igual que los japoneses, están prefiriendo que sea la propia demanda la que determine la producción, un esquema diferente a lo que hicieron por más de 60 años.

Al bajar la producción de autos y camionetas SUV, también consumidoras de mucha gasolina por su peso y potencia, ello significará ajustar los esquemas de proveeduría de componentes automotrices, lo que le pegará fuerte a la industria de autopartes a nivel mundial.

Alan Mulally, presidente de Ford, dijo ayer que sus marcas van a producir de acuerdo a la demanda del mercado.

Otra gran pesadilla están atravesando las miles de agencias automotrices de los tres grandes. Las plantas exigen a los puntos de venta eficientar sus operaciones bajando su margen de utilidad y alcanzando mayores ventas con planes de crédito adecuados.

Pero en estos momentos el crédito está escaso por la situación económica que vive Estados Unidos. El plan belicista del presidente George Bush ha generado un sobre gasto del presupuesto y una disminución peligrosa de sus reservas, lo que seguirá provocando caídas en la Bolsa de Nueva York y otros fenómenos de inestabilidad.

China tiene reservas monetarias de 1. 33 millones de millones de dólares, Japón 913 mdd, Rusia 413.100 mdd, le siguen Taiwán, Corea del Sur, India, Brasil, Singapur, Alemania , Francia, Gran Bretaña y en el lugar 20 Estados Unidos con sólo 65,855 mdd.

El déficit comercial de Estados Unidos es de 862 mil millones de dólares.

Han cerrado más de 300 distribuidoras automotrices en ese país desde hace dos.

Los altos inventarios que alcanzan más de 150,000 unidades al mes en las tres marcas mencionadas en sus distribuidoras, les hace irrespirable su operacion, mientras las empresas automovilísticas aprietan todavía más a las agencias para que vendan lo invendible.

Las líneas de nuevos modelos de GM, Ford y Chrysler, apenas enfrentan ahora a la gran competencia y alta tecnología de empresas asiáticas como Toyota, Nissan, Honda, Hyundai y ahora la entrada de las chinas que se pronostica para el año entrante, aunque menos desarrolladas en un principio pero a precio de regalo.

Los coches típicamente americanos han cambiado radicalmente para tratar de ser del gusto de los consumidores que, revolucionariamente han cambiado sus hábitos de manejo y de concebir a un automóvil, todo motivado por los altos precios de la gasolina.

Las tres marcas de Estados Unidos van a seguir cerrando plantas en cuanto reduzcan su producción. Los ejecutivos han entendido que no todo es correr gente y cerrar plantas, sino visualizar lo que el público requiere, lanzarlo rápido y quitarle mercado a los competidores con planes más agresivos de comercialización.

Esta situación le va a pegar a México. De hecho ya está pasando así. La producción de las siete armadoras que trabajan en la nación azteca bajó 1.4% en los primeros siete meses del año, pero la tendencia seguirá así porque los vehículos que se ensamblan en el país latinoamericano, no están siendo tan demandados salvo el Nissan Versa cuya producción para Nissan Mexicana aumentó en general 20.9% para todas sus líneas.

Pero GM redujo su ensamble en Toluca, Ramos Arizpe y Silao en 11.3%, Chrysler en 12.7% y Ford en 10.8%. Puras bajas.

Este es el riesgo de que la industria automotrrz en México esté anclada de por vida al sector de ese país.

Parece que las novatas autoridades del llamado cambio político están aprendiendo esto poco a poco.

Ahora con la visita de los presidentes Lula da Silva de Brasil, y Néstor Kirchner.de Argentina, México se podría dar cuenta que tiene que voltear a otras economías para su exportación de automóviles, incluida Europa y Asia.

México no puede seguir ligado, como barco de vela,  al gran trasatlántico estadounidense que comienza a hacer agua muy poco a poco.

Aunque la economía en su conjunto dependa de esa difícil y sufrida relación con el vecino del Norte, hay que comenzar a tomar una nueva actitud más decisiva y valiente, no cerrando mercados, sino teniendo otras opciones para no sucumbir.

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