Fernando Ávila, 40 años en Ford, una historia, una gran trayectoria

Ha dicho adiós a Ford Motor Company de México el Ing. Fernando Ávila Ponce (66 años). Ingeniero de la UNAM, que entregó gran parte de su vida y de su trabajo a la marca que lo vio crecer como ser humano. Fueron 40 años de los que nos platica episodios interesantes de su trayectoria.

Ing. Fernando Ávila Ponce, director saliente de la marca Lincoln en México (Fotos de archivo).

Fue un 31 de marzo de 1977 cuando el recién egresado de Ingeniería de la Universidad Nacional Autonóma de México, Fernando Ávila Ponce, fue llamado a entrar a las filas de la firma automotriz Ford Motor Company de México. Y ha sido un 31 de marzo pero de este año 2017 cuando se ha jubilado de la empresa, con todo honor y con todo orgullo de llevar el logo azul en su mente y en su corazón.

Cuatro años se preparó en el área de entrenamiento de Ingeniería del Producto en Ford y fue llamado a la planta de Cuautitlán, Estado de México –el que llegó a ser el complejo automotriz más importante de la empresa en 1964 fuera de Detroit–. Curt Benoit era ya un personaje del área como gerente de chasis.

Los años de Fernando en la reconversión de modelos en la planta de Cuautitlán.

Nacido en México, D. F. el 12 de noviembre de 1951, Fernando recibe a Al Volante para, tras un buen café, narrar sus peripecias, triunfos, objetivos cumplidos, añoranzas, en una «gran empresa automotriz como lo es Ford», nos dice.

— Llegué a la empresa en uno de mis primeros coches, un Datsun 1300 modelo 1970. Entré por la puerta grande a Ford. Iba a hacer lo que me gustaba hacer, fabricar autos, aportar mis conocimientos y a aprender un mundo de cosas que nunca me había imaginado.

Le tocó el decreto de 1977 donde se restringieron implementos de lujo. Fue la época de los Mustang con manijas porque se impidió la importación de artículos ostensibles como los elevadores eléctricos. Fue el tiempo en que los autos pasaron de seis a cuatro cilindros. Fue la época de la «austeridad automotriz». Y a Fernando le tocó lidiar con eso.

Gerente de camiones. «Nacidos Ford, nacidos fuertes», decía el enunciado.

Para 1982, en el área de Ingeniería, se producía el modelo subcompacto «B» Topaz. Los ingenieros mexicanos en Cuautitlán hacían las conversiones, innovaban, transformaban un auto ideado en Estados Unidos y lo «tropicalizaban». De allí nace el Ghia, existente en México pero no en el vecino país. Y así sucedería con otros modelos, siempre haciéndoles algo «mexicanizado». Había Ingeniería, se le dice. Asienta la cabeza. Hubo otros cambios a modelos como el sedán de lujo Grand Marquis, al que denominaron acá «El Conquistador».

Eran los años en que la planta de Cuautitlán producía hasta ocho vehículos diferentes en 10 años. El Mustang, el Maverick, el LTD, camiones Ford, los Topaz, el Mystique y Contour, el Thunderbird… Los grandes años de Ford en México.

Con Bill Ford, presidente de la empresa, en Dearborn.

Fernando Ávila es un hombre jovial. Aún con el cabello cano, sus 66 años reflejan alegría, el optimismo de un hombre realizado, pero sin perder la sencillez como persona. Por eso se le puede abordar, como lo hace mucha gente con el entrevistado. Guillermo Hendricks, autollamado «Bill» (así le gustaba que le nombraran, dice) en el área de Planeación del Producto. Eran unas 11 personas las que transformaban los autos y luego, esos cambios, los llevaban a la línea de producción después de conseguir a los proveedores de los accesorios.

El año 1982 fue un año en donde el país dio un giro hacia el neoliberalismo. Volvió la importación y los motores de ocho cilindros, la globalización. A cambio, Ford Cuautitlán dejó de producir los ocho modelos que antes fabricaba, quedando sólo el modelo subcompacto Fiesta hoy en día; también se fueron los camiones. Y vendiendo una parte importante de su frente de construcción en su territorio en la entidad mexiquense, ahora ocupado por la tienda Walmart.

Con Alan Mulally, expresidente y CEO .

De Cuautitlán, Fernando pasa a las oficinas de Ford en Reforma 333, edificio Bolívar, frente al Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México. Pero en 1986 se va a vivir a Dearborn, cerca de Detroit, para estudiar estrategia de negocios. Un año radica por allá. A su regreso ingresa al área comercial de la empresa. Eran los años en que había un Grupo de Interacción de la Industria Automotriz, GIA, donde todas las marcas que producían en México, se reunían y tomaban acuerdos sectoriales, a través de una asociación entusiasta, trabajadora.

El Ing. Ávila tiene dos hijos: Fernando, de 34 años, es ingeniero industrial. Y Adriana, 32 años, también profesionista.

Uno de sus orgullos personales: Lincoln LT, pickukp de lujo, única en Norteamérica.

 Ford pasa a Fernando al área de Mercadotecnia. Con conocimientos de Ingeniería, Negocios y ahora lo comercial, su conocimiento casi era total en el negocio de los automóviles. Con este bagaje, el Ing. Ávila recoge los grandes momentos dentro de la empresa en sus 40 años: 1. La producción del Mercury Topaz y su transformación a Ford Ghia. 2. El lanzamiento del Ford Lobo pickup en México en los años 2000. La conversión a Harley Davison, 3. La fabricación exclusiva para México de la Lincoln LT, la pickup de lujo entre los años 2010 y 2014 y 4. Su presencia en Lincoln con el Centro de Personalización en Cuautitlán, con 11 personas a su mando, haciendo la accesorización de los vehículos de la división.

Ya jubilado, en el Gran Premio de Bahréin, este año 2017.

«Estoy sumamente agradecido con Ford por todo lo que viví. Me voy contento porque seguiré apasionado por los automóviles. Tengo 35 años de casado y mi esposa Lupita y yo hemos cumplido nuestro sueño de estar en el Gran Premio de Bahréin de Fórmula Uno», nos dice. Le cuesta trabajo reconocerlo, pero es obvio su seguimiento y el de su esposa al piloto alemán Sebastián Vettel y el equipo Ferrari.

Con Fernando y sus 40 años en Ford, se cierra un ciclo pero se abre otro. Sus reflexiones profesionales sobre el desarrollo de la industria automotriz. Qué ha salido bien en el sector, y qué se debe cambiar. El Ing. Ávila, «Hombre-Industria» como le llama Al Volante, tiene mucho que aportar en el análisis de este negocio, el de producir automóviles en un país como México. Tendrán que haber muchos cafés de por medio para saber más de quien sabe sobre este asunto.

Lupita y Fernando, 35 años de manejar en la pista de la vida, hacia la meta.

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