Autos pequeños, con frenos ABS y bolsas; el retorno de los turbos

El Ing. Gabriel Covelli, director de pruebas de Al Volante, fue entrevistado este sábado poniendo énfasis en tres aspectos que se le cuestionaron: 1. Que el consumidor compre racionalmente y no emocionalmente, por lo que el incremento en la venta de autos pequeños no sólo es por el aumento al precio de la gasolina sino por la crisis económica que se vive. 2. Que el consumidor exija al fabricante autos con implementos de seguridad como frenos ABS y bolsas de aire frontales, cuando menos. 3. Retornan los turbocargadores que mantienen la potencia original del vehículo y ahora son de mayor eficiencia.

A proteger la vida de los ocupantes en el auto (Foto Ford).

Conscientes que el lector de Al Volante y el televidente de Tele Fórmula les interesan temas menos trillados que la comercialización de vehículos (mediante programas pagados), la labor social de este espacio se amplía a darle a conocer a los automovilistas las tendencias de compra y si su adquisición es la correcta o no.

El Ing. Gabriel Covelli, egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y director de pruebas de Al Volante, da a conocer sus puntos de vista sobre tres tópicos: La tendencia del público a comprar autos pequeños, la necesidad de exigir a los fabricantes la implementación de los frenos ABS y las bolsas de aire en toda la gama de automóviles que venda y el regreso de los turbos (que no de los brujos), su eficiencia y conveniencia.

Otra vez los autos pequeños

De enero a julio de este año las ventas de autos subcompactos A y B aumentaron: Aveo, 12%, Tsuru, 25%, Spark, 20%, Matiz, 15%, i10, 37% y Ikon 74%. Cierto que los casos como March que cayó 14% y Gol 27% son atípicos, el primero por falta de producción y el segundo por cupo de importaciones. Para Gabriel Covelli han incidido tres factores: Aumento constante al precio de la gasolina por lo que la gente es también más racional en su demanda de autos cada vez más eficientes en ese sentido. La gente sabe que si compra autos pequeños, pesan menos y consumen menos, pero también ha tenido que ver la introducción de nuevas tecnologías en ese tipo de unidades. Se venden coches con motores muy reducidos como 1.2 ó 1.4 litros y equipados con turbocargador para eficientizar la entrega de potencia y el consumo de gasolina.

Motivo de las compras racionales es el otro factor de que, dentro de los 15 autos más vendidos de enero a julio, no aparecen ya las camionetas utilitarias y deportivas como Honda CRV, Dodge Journey y ni siquiera la Renault Duster.

En un raquítico y descuidado mercado de apenas un millón de coches nuevos al año, se puede observar que la gran constante de este país ha sido la demanda tradicional de autos pequeños. La venta del VW Sedán en los años 90, siendo México el último país en producirlo en el mundo, es un claro ejemplo de ello. Otro gran fenómeno lo es el Tsuru, del cual también se han roto pronósticos de ventas. El Chevy es el tercer gran fenómeno de demanda de auto popular o «económico» en dichos años. Hubo un decreto de auto popular para que esas unidades no pagaran el Impuesto Sobre Autos Nuevos, ISAN, a fin de hacerlos accesibles a un gran número de consumidores.

El Matiz surcoreano así fue hace años…

Que la gasolina cueste en promedio $14 pesos el litro, ha motivado nuevamente que los compradores regresen al auto pequeño para su transportación necesaria en ciudades inseguras e invadidas por la violencia generalizada. Un estado de guerra, digamos.

Hacia el uso masivo de ABS y bolsas de aire

En Europa es una exigencia obligatoria a las fábricas de automóviles (muy mal llamadas aquí «armadoras») que implementen sistemas de seguridad en los automóviles nuevos que salen de ellas. El mínimo requerido ha sido la implementación del sistema de antibloqueo de frenos, ABS, que impide que las ruedas se bloqueen y provoquen un choque violento en un momento determinado y dependiendo de las circunstancias. Otro lo son las bolsas frontales de aire que pueden salvar la vida de los ocupantes delanteros al no pegar la cabeza ni con el volante ni con el tablero. La seguridad llega a más, también para los ocupantes de la parte trasera con el uso de bolsas laterales y otras ubicadas en la parte de atrás de los asientos delanteros. Otros muchos implementos son controles de estabilidad, antiderrape, y muchos más.

Pero esta medida en América Latina pasa desapercibida. Ni los gobiernos ni los consumidores han exigido a los fabricantes el cumplimiento mínimo de esos dos factores de seguridad (bolsas y ABS). Los siniestros en carretera son de millones de personas que mueren año con año a consecuencia de ello.

En México la mayoría de autos nuevos  «económicos» (rango de 90 a 140 mil pesos), carecen de bolsas de aire frontales y de frenos ABS. Son las versiones intermedias de esos vehículos los que sí los tienen, pero la gran mayoría de la población no puede acceder a esos precios, por lo tanto, compra autos desprotegidos de tales implementos que son exigibles en otros países aún en las versiones más «austeras».

Si el habitáculo se deforma en un golpe, no es una buena compra.

¿Qué hay que pedirle a la nueva conciencia del consumidor? Que en vez de esperar que el auto traiga teléfono celular con manos libres y controles al volante, o pantalla con cámara de reversa, el vehículo cumpla con los frenos ABS y las bolsas de aire frontales como mínimo.

El gobierno mexicano debiera exigir a los fabricantes de automóviles la implementación obligatoria de esos dos dispositivos como mínimo. ¿Cómo puede la sociedad civil empujar en tal sentido? Pidiendo esos dispositivos en su próxima compra, al distribuidor, para que este también presione al fabricante. Y hacer la presión ante la autoridad correspondiente, parar que haga lo propio con el fabricante.

El regreso de los brujos, digo, turbos

El uso del turbocargador no es nuevo ni en México ni en el mundo. Ya la desaparecida fábrica de buenos automóviles SAAB, lo tenía en los años 80. Lo mismo hicieron Renault y otros fabricantes. Los hubo buenos y malos. Como estos últimos nadie puede pasar desapercibido lo que hacía Chrysler en los años 70 con las versiones turbocargadas de sus modelos Magnum de cuatro cilindros, o el Shadow. Pero tampoco se puede borrar aquel incidente en el autódromo capitalino donde 20 motores turbocargados de la marca «tronaron» en una calificación, teniéndose que poner nuevos motores para la carrera del domingo.

De ahí surgió una idea negativa del turbo. Pero en los años recientes los fabricantes europeos han demostrado una singular eficiencia en estos dispositivos que ayudan a mantener el torque original del auto aún en alturas como la Ciudad de México. Entonces, dice el maestro Covelli, uno de los principales beneficios para quien compra un auto turbocargado, es que mantendrá la potencia original del vehículo sin pérdida de caballos.

Autos pequeños y eficientes, la buena compra.

Por eso, la implementación ahora de motores chicos de 1.2 y 1.4 Lts. como los de VW y SEAT, están permitiendo que el consumidor tenga un ahorro de gasolina, por el motor reducido en tamaño, y potencia necesaria para que el auto se mantenga en los regímenes convenientes. Torque o par motor y a la vez eficiencia si se da un uso racional al motor.

Por tanto, comprar un auto con turbocargador, hoy en día, ya no es un riesgo sino una ventaja que no requiere mayores cuidados salvo los que indique el manual del propietario.


Léa también

Chevrolet Beat 2019 con problemas en el software de la pantalla

Si usted observa que la pantalla de su Chevrolet Beat recién nuevecito comienza a parpadear, …