Un engaño la «reversible» de San Joaquín

Quien se fue muy confiado el lunes a tomar el Circuito Río San Joaquín desde Naucalpan, con una ruta «reversible» que le abría toda la posibilidad de evitar un gran «tapón» vial, se topó con la mentira más grande del mundo del Gobierno del Estado de México. Resulta que la ruta de Poniente a Oriente de esa vía sólo fue para los privilegiados que venían del Viaducto Bicentenario (la gran transa de Enrique Peña Nieto de Montiel).

Una gran mentira la ruta «reversible» (Foto archivo).

Si el automovilista tomó el Circuito Interior Río San Joaquín desde el distribuidor vial Periférico Norte-Toreo, se dio cuenta que sólo pasando antes de las 7.15 horas pudo avanzar más o menos bien. Dando las 7.20 horas del pasado lunes 30 de agosto, primer día de la ruta «reversible» hacia el Distrito Federal, todo fue un caos. Empleados llegaron tarde porque se confiaron que esta era una solución al desastre ocasionado por la construcción del Viaducto Bicentenario, obra del Gobierno del Estado de México y cuya auditoría para conocer los manejos de su levantamiento son un misterio que la tesorería estatal en Toluca no quiere abrir las cuentas de su construcción.

Volvió a reinar el caos en ese cruce porque el acceso a los carriles centrales que normalmente circulan de Oriente a Poniente (del D. F. al Estado de México), sólo fueron abiertos para quienes pagaron para usar el Viaducto elevado, no para los que ingresan de Naucalpan a la Ciudad de México por Río San Joaquín, la única vía de escape del caos mexiquense todas las mañanas.

Y vino el coraje de los automovilistas. La Policía Estatal puso barras de plástico para que los usuarios de esa vía pudieran tomar los cuatro carriles de afluencia hacia el D. F. Sólo los que venían del puente elevado del Viaducto transa-mexiquense, lo pudieron hacer. Y las mentadas a la autoridad se dejaron escuchar con la ignominia de los frustrados automovilistas a quienes una vez más se les tomó el pelo.

La pésima obra del Gobierno del Estado de México, ordenada por Enrique Peña Nieto, su titular, motivó que el ingreso a la Ciudad de México por Río San Joaquín, que antes era más o menos viable, ahora sea un caos porque todo el segundo piso, raquítico segundo piso de un sólo carril (obra costosa para resultados tan pobres de circulación de vehículos), desemboca en esa vía sin que esta haya sido ampliada, sino al contrario, robándole un carril a quienes proceden de Naucalpan por la lateral de Periférico Norte dirección Norte a Sur.

Ahorar ni los de la pista «rápida» elevada y pagada pueden circular con fluidez por San Joaquín, y menos los que se rehusan a pagar o no lo pueden hacer porque sólo ocupan el Periférico para cruzar a San Joaquín. El caos lleva de 15 a 20 minutos en el nudo que se hace en ese afluente. Otra obra mal planeada por los españoles que trabajan muy de la mano, de cerquita, con el Gobernador.

Urge que el Gobierno del Distrito Federal, que colaboró a la obra de esta «reversible» tome cartas en el asunto y obligue a que esa vía sea abierta a todos los automovilistas y no sólo a los que pagan por venir del Viaducto Peña Nieto. Todos pagan impuestos.

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