El gran adiós a Hernando «Nanán» Solana Arciniega

Eran 250 o más. «Nanán» Solana no se fue solo. Sus amigos, muchos, le despidieron con un aplauso prolongado. No hubo lágrimas en el sepulcro. Sólo silencio, sólo la labor de los trabajadores del Panteón Francés. Miradas tristes, pero a la vez llenas de anécdotas. El lobby del salón Providence era un hervidero. La plática era de pilotos de ayer, ya retirados, pero también de la nueva ola. «Nanán» ya descansa. Y todos lo recordaremos siempre.

Rocío y Hernando «Nanán» Solana (Foto J. Solana).

Eran las 13.45 horas de hoy en la segunda nave de velación del Panteón Francés de Legaria. Unas 150 personas ya estaban allí. Adentro del salón Providence estaba Rocío, la esposa de «Nanán» recibiendo las condolencias. Y también «Chío», muy lastimada por los acontecimientos pero firme, muy valiente, muy segura de lo que venía. A su lado su esposo César Moreno, también amante de la mecánica automotriz, como su suegro.

Michel Jourdain papá acudió, pero por allí pasaron decenas de pilotos que fueron compañeros de «Nanán» en los años 60, 70, 80. Toda una vida, 68 años, dedicada al automovilismo de competencia. Pepe Sánchez Jassen, presidente de la Federación de Automovilismo (FEMADAC), lamentando el suceso. Afuera del salón decenas de pilotos del cuño de los 70 en «Las 24 Horas de la Ciudad de México» como Alfredo Luna. Pero también los de ahora: Benito Guerra, papá e hijo. Uno, notario, gran, gran amigo de «Nanán», muy dolido. También su hijo, Benito, piloto mexicano de talla internacional en rallies, lo mismo en el Bicentenario que ahora en España.

Benito Guerra habló. Se le quebraba la voz pero fue quien hizo el único mensaje después de los servicios de misa. Y reconoció al amigo, al gran padre, al hombre del automovilismo. Un gran hombre.

Manuel «Chacho» Medina, dolido también. Valiente porque no faltan los dimes y diretes sobre la responsabilidad de él como organizador. Pero si todo fue en etapa de tránsito cuando el Rally Chihuahua Express ya había terminado.

Heberto García manejaba el Chevrolet Corvette 1995 que compraron para el evento. Iban en una gran recta, a más de 250 kilómetros por hora, siguiendo al Porsche GT2 de Gerardo Arévalo y Luis Ángel de la Brena, este como navegante. Fuera de carrera. Fuera de cronómetros. Carretera libre, como para cuidar los autos y la prudencia. El Porsche que iba adelante tocó a más de 250 Kms/h un vado, se fue de lado, «rodó» muchas vueltas. Terminó deshecho el auto. Sobreviven Gerardo y Luis (este todavía hospitalizado en Chihuahua). El Corvette de García y Solana pisa el vado, vuela, rueda, queda irreconocible. Ambos mueren.

Adriancito Mora, expresidente del Club Jaguar, coleccionista de autos, allí estaba. «A «Nanán» nunca le gustaba correr imprudencialmente. Cuando él iba contigo te decía: O le bajas o me bajo», decía. Habría que imaginar el diálogo entre Heberto García y «Nanán» antes del accidente. Nadie lo sabrá más.

Ignacio Segura no cabía en sí. Gran admirador de «Nanán» por la historia, por lo que el apellido Solana representa para quien sabe un poco de autos, y más para él que sabe mucho más.

Francisco Name, el promotor, dando la condolencia a Chío, la hija que ya espera a la tercera generación de los Solana Arciniega, ahora Moreno Solana. ¿Será niño? César y Rocío aún no lo saben.

Joaquín trayendo a su padre en su auto blanco. Él caminando para llegar a dar el adiós a su sobrino una vez puestas las coronas. ¡Son tantos los Solana! Imposible conocer a todos.

Jean del Rosal, piloto, promotor, directivo, tranquilo, sólo preguntando cómo se hicieron las cosas. Él sabe mucho de eso. Cuestiona con la discreción que lo caracteriza.

La Fraternidad Panamericana con su corona. Gael Rodríguez y su hermano Denis (el médico oficial del rally). Todos lamentan eso. La velocidad, el manejo fuera de cronómetro, en etapa de tránsito. Ya todo había terminado. ¿Entonces? «No hubo contacto de coches. Iban muy rápido los dos vehículos, primero se abate uno, luego el otro.

Rafael Tres Palacios, inconsolable aunque firme. ¿Puede alguien estar de otra manera en este momento? No. Nadie los llamó, todos acudieron por su voluntad al enterarse por el Twiter de Benito Guerra, por el Facebook, por alvolante.info, por las llamadas, por la labor de quienes sin buscar protagonismo hicimos nuestro trabajo solamente, sin esperar nada.

El Dr. Miguel Gallardo con su bastón. Los compas de la lente como Miguel Ham. Ausencia de mucha prensa porque los Solana pidieron cierta discreción. Por allí Jorgito Moctezuma como siempre refunfuñando de todo: «No tenemos circuitos seguros, no tenemos carreteras seguras, qué diablos hacen los federativos, qué diablos hacen los de la Secretaría de Comunicaciones». Lo calla su acompañante. «Estamos en el panteón, Jorge», le dice. Y a él le vale.

Erick Van Pratt deja la venta de autos seminuevos. Por minutos llegó Ramón Llano, otro amante de los automóviles. «¿Qué pasa con los organizadores de este tipo de carreras?» pregunta. El que esto escribe apenas lo escucha.

Tony Menchaca, un cúmulo de anécdotas en la cabeza. Germán Quiroga sin conocerlo demasiado, pero haciendo presencia solidaria con el compañero piloto, lo mismo que Rubén Pardo, barba de por medio, viniendo a dar el adiós. Rodrigo Ordoñez, rallista, quien fue de los primeros en llegar al lugar de los hechos. Él narra, él nos informa. Gracias. No fue a correr, fue a ver, a seguir de cerca a esos veloces vehículos que participan en una competencia a contra reloj. Por tiempo, por distancia cronometrada donde el promedio algunas veces es 80 Kms/h u otras 150 Kms/h firme, aún en curva. Ese es un rally de regularidad, como el Chihuahua Express.

Marco Tolama dando el pésame a la familia. Y las familias como los Aguínaco de la tradicional Chevrolet Mexicana. Francisco Moreno, presidente de la Comisión Nacional de Autos Vintage, solidario, triste porque participó en el rally, porque una noche antes de la muerte de «Nanán» intercambiaron gorras. Él recibió la que lleva una «S» de los Solana. La guardará toda la vida.

Paco Orozco, siempre activo, diciendo que «Nanán me prometió hablar con mi novia porque tenemos problemas. Iba a intervenir para resolver mi problema». Así era Hernán, solidario, como padre para muchos. Y para los suyos, por supuesto, y primordialmente. Paco promete para Tele Fórmula este domingo el último video de «Nanán» en vida, en una entrevista.

Flores ante el féretro de nogal. Son las 15.00 horas, la misa ha pasado. Las palabras de Benito Guerra papá también. Todos caminamos atrás del ataud por la avenida principal del Panteón Francés. «Nanán» no llega sobre ruedas a su última morada, quizá las del pequeño carrito que soporta el peso del féretro. Todos atrás del cortejo. Un cortejo como debe ser. Sin aglomeraciones de tránsito, sin coches que se meten y pitan. No. Caminando y muriendo como debe ser, como decía Jaime Sabines que quería morir como la gente en los pueblos, con personas que guardan silencio ante el paso del féretro. Así se va «Nanán», sin aglomeramientos, con paz, mucha paz, la paz del sepulcro, pero también con la paz de sus amigos que se van sonriendo porque Hernán vive en sus corazones, en sus recuerdos, en el anecdotario que escribía diario verbalmente. Por esa sonrisa siempre amable, por esos ojos rasgados, claros, serenos. Y ese mentón Solanesco, inolvidable, adorable.

Pepín no quiere más palabras. Nadie habla. Sólo el raspar de las palas sobre el asfalto, sólo el polvo que se levanta sobre el sol intenso de la tarde que ya pinta el amarillo que suena a atardecer. Sólo las flores, los aromas. Y un aplauso, un largo aplauso. La garganta se cierra, no hay nada qué decir. Nada qué hablar, nada qué intervenir. Al menos, como lo quería Hernán, todo discreción, todo modestia. Son las 15.45, todo acabó.

Hernando Solana se fue. Pero este mismo año llega otro Solana a la familia. Su nieto (¿o nieta?). «Tornillo» o «tuerca». César Moreno dice que será «tornillo» y que se llamará Hernán.

Ahora a apoyar a Rocío, a Pepín, un caballerazo igual que su padre, y a Chío y la demás familia.

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