La plaza pública se llenó de cientos de miles de manifestantes hoy en Zaragoza, España. La mitad del pueblo vive de la presencia de la industria de automoción. «No sólo corren a gente de la Opel, sino de todos los auxiliares», decía la gente refiriéndose al cierre de empresas de autopartes. Magna, accionista con el 55% de las acciones de Opel Europa, amenaza con despedir a 10.500 trabajadores en nueve factorías.
La fotografía de El País es elocuente. Centrales obreras se oponen a que los nuevos directivos de Opel Europa (la canadiense Magna, el banco ruso Sbarbank, la estadunidense GM y una parte en manos de los trabajadores) reestructuren las plantas que se tienen en Inglaterra (Vauxhall), Bélgica, España, Alemania, Polonia y Rusia, sin contar el recorte que se viene en la SAAB sueca y que también perteneció a GM.
Ha trascendido el apoyo económico y fuerte del Banco Central de Alemania, solicitado por la canciller Ángela Merkel, para la reestructura. Pero el gran impacto mediático que tuvo la venta de Opel a Magna, está teniendo una gran movilización social por la pretensión de la firma de autopartes por eliminar de tajo 10,500 puestos laborales.
«¿Qué prefieren –dicen los directivos de Opel a la gente– que eliminemos estos 10,500 puestos o que cerremos las empresas y dejemos sin trabajo a 54,000 obreros en los seis países donde operamos?» Así planteado, parece que no hay opción, pero los líderes gremiales españoles –que en esto de la retórica empresarial ya se la saben de todas, todas– responden con un rotundo no. «Hemos hecho ganar miles de millones de euros a sus empresas, así que no nos vengan con esto».
Las movilizaciones continuarán en España la semana entrante, pues es sabido que de la planta laboral de más de 7,000 puestos en Zaragoza, le pretenden hacer un buen corte con lo que cerrarían en producción decenas de empresas de autopartes de la localidad que surten a Opel España.