A 20 por hora para que no le «suene» su Honda Civic Coupé

Marcela Hercebeck ya no sabe qué hacer con su Honda Civic Coupé 2008. Vive en Guadalajara, adquirió este vehículo en la distribuidora Del Country, lo ha llevado a la agencia una y otra vez y el auto «sigue sonando». Son ruidos molestos para el manejo. Ha optado por bajar la velocidad de su vehículo a 2 kilómetros por hora para que el ruido cese. Lo único positivo del asunto es que ahora ahorra mucho más gasolina que antes.

Muy contenta acudió en julio pasado a recoger su unidad. Como toda automovilista que estrena coche, ella se sentía muy emocionada por comprar el auto de su preferencia. Y también como es lógico, recibió el trato sonriente de quienes saben van a complacer a la compradora «con el coche de sus sueños».

Cuando ella salió rumbo a su domicilio comenzó a escuchar ruidos en el interior. Prestó atención para conocer el orígen de los mismos. No, no era el toldo. Tampoco venía del asiento delantero que ella ocupaba. ¿De dónde será ese ruidito?, se preguntaba. Pues así siguió. La sonrisa de la satisfacción por estrenar coche se borró un tanto del rostro. Después de todo había desembolsado una muy buena cantidad de dinero como para oír ruiditos en el coche.

Aprovechando la garantía que ofrece la unidad, en seis ocasiones ha visitado al distribuidor Del Country para que le eliminen ese ruido a su Honda, esa molestia diaria que ella tiene que aguantar al volante. Pero los pobres muchachos del taller de servicio –por aquello que en México los sueldos son de hambre y para nadie es un secreto que tampoco las distribuidoras automotrices son la excepción en ese sentido– le buscaron al flamante Civic Coupé los orígenes de la tembladera. Nada.

Ya con la visita constante de la consumidora que no asume el papel de víctima, a los encargados de servicio no les quedó otra que checar parte por parte. Por fin, creyeron que el tablero presentaba inconsistencias.

(La primera reflexión en este momento es: ¿Qué un auto defectuoso de la fábrica no debe regresar a la misma para que sea reparada por quienes lo armaron en vez de pasar la estafeta a quienes no son expertos en los temas «ruidosos»? Otra: ¿Qué un auto defectuoso no debe considerarse basura y ser cambiado al consumidor por otra unidad? Son preguntas).

El ingenio mexicano, que ese sí existe y es mucho a fuerza de padecer gobiernos corruptos, actos corruptos de gente sin escrúpulos que engaña, miente, traiciona, fue capaz que a la unidad de Marcela le colocaron algunos plásticos para que el ruido cesara. Ahí como pudieron le «instalaron» estos «accesorios» a fin de terminar con el rechinido.

Claro que ella, al ver estas instalaciones patito, se preguntó si el calor del sol no terminaría por ablandar los plásticos al grado de perder consistencia, dejar de presionar a las partes friccionantes y volver a los rechinidos. Los asesores de servicio que la atendieron le dijeron: «Al contrario, con el calor va a amarrar más. Es pa´que amarre» (sonrían por favor).

 

 

 

 

 

 

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