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Por el Ing. Gabriel Covelli y César Roy Ocotla
El recorrido por las instalaciones del Autódromo Hermanos Rodríguez de la Ciudad de México nos ha permitido observar las áreas críticas en las que los organizadores deberán reflexionar. Pero el entusiasmo no puede estar más desbordado, por primera vez estamos en el umbral del establecimiento de un nuevo récord para superar los 366.6 kilómetros por hora y llegar a los 370 Km.
Tribuna en la recta principal a la altura de la parrilla de salida (Fotos Ing. Gabriel Covelli).
Los organizadores convocaron a la prensa para una visita a las instalaciones metropolitanas, lo que aprovechó el equipo de trabajo de Al Volante para analizar aspectos que a simple vista pueden pasar como correctos pero que, a fin de cuentas, contribuirán o no a una buena realización.
La recta del autódromo, por ejemplo, luce impecable, lista para otra gran fiesta como la del año pasado cuando el Gran Premio de México regreso de nueva cuenta. Se ha llevado a cabo un proceso de repintado de las líneas de la pista, el pitlane, las bardas de cemento que corren a todo lo largo del trazado, los llamados «lavaderos», esos bordes verde, blanco y rojo que lucen en las pantallas de televisión cuando un auto toma curvas y sube esos pequeños bordes. La labor de limpieza se ve que ha sido ardua y detallada.
Al final de la recta principal, en él área de frenado, el año pasado la velocidad máxima registrada fue de 366.6 km/h durante la carrera. El autor: Pastor Maldonado (Venezuela) en un Lotus E23 Hybrid, Unidad de Potencia Mercedes PU106B Hybrid. ¿Será suficiente el espacio para frenar si un monoplaza pierde el control a la velocidad que arribaran en esta ocasión?
En el automovilismo de competencia, como en el de calle también, nunca podemos estar ajenos a la fatalidad, pues los automóviles son máquinas que, aunque cuenten con todas las medidas de seguridad, ninguna de ellas puede violar las leyes de la física. La masa del vehículo, su velocidad, y la velocidad intrínseca al objeto en movimiento, causan estragos fatales en casos de accidentes. Por tanto, este es un factor siempre presente. Y, quien lo olvida, niega su responsabilidad como organizador o como automovilista. Por tanto, hay que pensar qué pasa con un acccidente de un auto Fórmula Uno a más de 350 Km/h. ¿Cómo se proyecta, hacia dónde se proyecta y qué causa, qué complicaciones ocasiona? Vaya el lector con nosotros y con la foto que Maese Covelli tomó al final de la recta de nuestro autódromo. El auto frena pero se accidenta, se enllanta, supongamos. Le preguntamos a usted, hacia dónde puede salir proyectado el auto, los restos de materiales y llantas, etc.? Claro, frente a la tribuna es un riesgo. Alto, consideramos. ¿Es suficiente ese espacio que tenemos rumbo a la tribuna? Es pregunta y es válida para quien sabe de automovilismo y sus consecuencias, como Maese Covelli. Ahí queda, sin fines catastrofistas, pero sí reales y necesariamente considerables para quien organiza, para quien dirige, para quien debe prever.
Detalle de uno de los «lavaderos» limitando la pista.
Seguimos el recorrido y vemos que ya han llegado decenas de contenedores con todo y que el Gran Premio de Austin está en puerta y que se supone todo está allá. Para México se tienen que ir armando los fosos. Diversos personajes ya andan por aquí trabajando fuerte para estar listos.Usted no lo sabe pero hasta cocineros ya llegan a buscar los alimentos que habrán de preparar a sus pilotos y demás personal del equipo. Más de 200 personas se mueven tan solo en el menester de la buena mesa.
Muros pintados, todo se pone listo para el Gran Premio de México y se ha dejado al final el Foro Sol que será de lo último que se detalle en los primeros días de esta semana.
